Cuidado con la contaminación del aire de tu edificio: es peor que del exterior

Cuidado con la contaminación del aire de tu edificio: es peor que del exterior
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En el interior de un edificio parecemos a salvo del aire contaminado por los tubos de escape de los coches, pero ese aire aparentemente más limpio en realidad se cobra más vidas que el aire del exterior: se calcula que cada año mueren en torno a 4,3 millones de personas a causa de él, cuando la mala calidad del aire de las ciudades mata a 3,7 millones.

La razón de esta mortaliad tiene cierto truco: en realidad pasamos mucho más tiempo dentro de los edificios que fuera, por eso mata a más gente esta clase de aire. Pero no hemos de olvidar tampoco que bacterias, compuestos químicos, hongos y virus patógenos infestan el interior de los inmuebles.

Tal y como lo explica Prashant Kumar, de la Universidad de Surrey y coautor de este estudio internacional publicado revista Science of Total Environment:

A menudo, la solución es tan simple como abrir las ventanas, pero el problema mejoraría si los edificios tuvieran pequeños sensores, baratos y de bajo consumo, que informaran a las familias o a los trabajadores de la situación en tiempo real. Así podríamos saber cuándo y en dónde aumentan los niveles de polución y actuar en consecuencia.

Quienes viven en las plantas bajas lo tienen peor, con todo, respecto a las plantas elevadas, y una forma sencilla de evitar la contaminación exterior es abrir a menudo las ventanas para airear las estancias.

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Y, naturalmente, no todas las zonas de una ciudad están igualmente contaminadas. Por ejemplo, vivir al lado de una carretera con tráfico denso provocará que el aire del hogar esté mucho más contaminado. Como concluye Kumar:

este aspecto tiene importantes implicaciones en la planificación urbana, y deberíamos considerar dónde queremos que se construyan los colegios, las oficinas o los hospitales. Mucha gente ni siquiera es consciente de lo que respiran tanto ellos como sus hijos cuando se sientan cada día en sus despachos o pupitres.

A las estadísticas globales también contribuye a este porcentaje el hecho de que en el tercer mundo se cocina con carbón y madera, lo cual no es nada aconsejable en sitios cerrados.

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