Un 10 % de la Tierra está cubierta de glaciares, y en tiempos geológicos recientes ese porcentaje llegó al 30 %. En la actualidad 91 % del volumen y 84 % del área total de glaciares esta en la Antártida. Una glaciación es un periodo de tiempo en el que la temperatura global del clima de la Tierra desciende, dando como resultado una expansión del hielo continental de los casquetes polares y los glaciares. Las glaciaciones se subdividen en periodos glaciales.
El descubrimiento de los periodos glaciares se los debemos a un buen número de científicos que, progresivamente, han ido formando teorías cada vez más precisas. Pero la teoría definitiva no se asentó hasta la intervención de un meteorólogo ruso-alemán llamado Vladimir Kóppen. Köppen inició el estudio sistemático del clima y experimentó con balones para obtener datos de las capas superiores de la atmósfera.
Bill Bryson, en Una breve historia de casi todo, describe así el hallazgo de Kóppen:
La causa de las eras glaciales, decidió Koppen, hay que buscarla en veranos frescos, no en inviernos brutales. Si los veranos son demasiado frescos para que pueda fundirse toda la nieve que cae en una zona determinada, hay una mayor proporción de luz solar devuelta por la superficie reflectante, lo que exacerba el efecto refrescante y contribuye a que nieve aún más. La situación tendería así a autoperpetuarse. Cuando se acumulase la nieve sobre una capa de hielo, la región se haría más fría, y eso fomentaría que se acumulase más hielo. Como ha dicho el glaciólogo Gwen Schultz: «No es necesariamente la cantidad de nieve la causa de las planchas de hielo sino el hecho de que la nieve, aunque sea poca, se mantenga». Se cree que podría iniciarse una Edad del Hielo a partir de un solo verano impropio. La nieve que queda refleja el calor y exacerba el frío. «El proceso se autoamplía, es imparable, y el hielo una vez que empieza realmente a crecer se mueve», dice McPhee.
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Milankovitch y sus cálculos fueron dejándose de lado gradualmente. Él murió en 1958 sin haber podido demostrar que sus ciclos eran correctos. Por entonces, en palabras de un historiador del periodo, «te habría costado trabajo encontrar un geólogo o un meteorólogo que considerase el modelo algo más que una curiosidad histórica». Hasta los años setenta, y el perfeccionamiento del método de potasio-argón para la datación de antiguos sedimentos marinos, no se reivindicaron finalmente sus teorías.
Imagen | R I O M A N S O
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