Incluso si el agua se vuelve más ácida y cambian la luz o las temperaturas disponibles, el fitoplancton, base de la cadena trófica en el Ártico, no pierde productividad ni biodiversidad, según se sugiere en un estudio realizado por investigadores del Instituto Alfred Wegener, en Alemania.
El alimento fundamental
Posiblemente el plancton también sea el pilar sobre el que se sustenta toda la vida de los océanos. Como explico en el libro Eso no estaba en mi libro de historia natural:
El plancton no aparece en las noticias, ni recibe atención por nuestra parte, pero representa el 95% de toda la biomasa de los océanos. Incluso el plancton muerto resulta fundamental, porque sus billones de cadáveres sirven para formar rocas sedimentarias, partículas de diversos tamaños que son transportadas por el agua, el hielo o el viento, y son sometidas a procesos físicos y químicos (diagénesis), que dan lugar a montañas, por ejemplo.
Según las observaciones realizadas con satélites por parte de oceanógrafos de la Universidad de Maryland, el fitoplancton ya ha disminuido un 30% en los últimos 16 años. Sin embargo, el fitoplancton del Ártico parece diferente.
El fitoplancton que vive en las aguas costeras del Ártico tiene que hacer frente a condiciones ambientales extremas y altamente variables, lo que quizá explique que se pueda adaptar más fácilmente a las condiciones cambiantes que promueve el cambio climático.
Tal y como explica la primera autora del estudio, la bióloga Clara Hoppe del Instituto Alfred Wegener y del Centro Helmholtz de Investigación Marina y Polar (AWI):
Pudimos demostrar que algunos fitoplancton, los productores primarios más importantes en el Ártico, son extremadamente robustos. Por ejemplo, demuestran menos sensibilidad a la acidificación de los océanos de lo que estamos acostumbrados a ver en ensamblajes del Océano Austral o las latitudes templadas.
Sin embargo, es importante comprender los límites y los costos de esta resistencia, a lo que el estudio ha hecho una valiosa contribución.
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