Las estelas que dejan los aviones durante sus vuelos, ejercen efectos opuestos sobre el clima sobre todo cuando se realizan vuelos nocturnos y en invierno. Así lo afirma un estudio de la Universidad de Reading en Reino Unido publicado en la revista Nature.
Los científicos analizaron la formación de estelas en Herstmonceux, en el sureste de Inglaterra, y precisaron en qué condiciones atmosféricas se creaban las estelas de condensación de los aviones. La humedad del aire tiene mucho que ver, y ésta es superior normalmente en invierno.
Las estelas tienen un efecto similar al de las delgadas nubes heladas en el aire a gran altura, por un lado atrapan la radiación procedente de la superficie de la Tierra evitando su radiación al espacio calentando la atmósfera y por otro lado, reflejan al espacio algo de luz solar que llega a la Tierra reduciendo el calentamiento global. El primer efecto es superior al segundo, así que, aunque su efecto sea muy inferior al de otras actividades que propician el calentamiento global, las estelas lo refuerzan.
Este granito de arena puede parecer insignificante, pero hay que recordar el gran volumen de tráfico aéreo en el mundo y las perspectivas de crecimiento. Aunque en Reino Unido están restringidos los vuelos nocturnos a uno de cada cuatro, en otras regiones como el sureste asiático indican que el 40% de los vuelos se realizan de noche.
Los resultados de esta investigación sugieren que, con tal de reducir este impacto climático, se estudie y se reprograme el plan de vuelos.