El coche es un voraz consumidor de energía, como si nos precipitara al escenario distópico de Mad Max. Si, como bien recordaréis, el coche nos permitió liberarnos de otro medio de transporte que estaba produciendo niveles de contaminación intratables así como esquilmando la producción agrícola: el caballo.
Pero el coche, a medida que se hizo masivo, también empezó a proporcionarnos otros problemas.
La razón de esta producción masiva de vehículos hemos de buscarla en la adopción de la electricidad. Henry Ford fue uno de los primeros que empleó la electricidad para la producción del automóvil, así como crear líneas de montaje en serie, lo que le permitió fabricar masivamente el Model T a un precio asequible. Todo gracias a la electrificación de las fábricas y la introducción de los motores eléctricos. Tal y como explica Jeremy Rifkin en su libro La sociedad del coste marginal cero:
El cambio de las fábricas de la energía de vapor a la energía eléctrica condujo a un impresionante aumento de la productividad del 300 % en la primera mitad del siglo XX. La electrificación de las fábricas de automóviles abrió las puertas a la producción masiva y puso a millones de personas al volante de un automóvil.
El comedor de recursos
En 1916, en Estados Unidos apenas circulaban 3,4 millones de coches matriculados. 14 años después, había 23 millones. El número de unidades no dejaba de crecer, el precio no dejaba de bajar y cada vez más gente podía permitirse conducir.
Pero los coches, así como antaño habían sido los caballos, eran gigantescos despilfarradores de recursos:
En 1933, los automóviles consumían “el 20 % del acero, el 12 % del aluminio, el 10 % del cobre, el 51 % del plomo, el 95 % del níquel, el 35 % del cinc y el 60 % del caucho utilizado en Estados Unidos (…) Cada semana se abrían nuevos pozos petrolíferos en los Estados Unidos y las gasolineras empezaron a formar parte del paisaje. A finales de la década de 1930 el petróleo había superado al carbón como principal fuente de energía en los Estados Unidos.
A mayor cantidad de coches, mayores infraestructuras en carreteras. Y entre las décadas de 1950 y 1980 se impulsó el desarrollo de centros suburbanos residenciales y comerciales próximas a las salidas de estas carreteras, el proyecto de obra pública más caro de la historia: porque la gente ya no estaba atrapado en el interior de pueblos y ciudades.
En 2008, el barril de petróleo alcanzó el precio récord de 147 dólares en los mercados internacionales y también llegó a su punto máximo la concentración de poder económico en manos de un pequeño número de empresas en cada sector.
El petróleo, controlado por cuatro empresas: Exxon-Mobil, Chevron y Conoco Phillips. El sector de la automoción lo controlan otras cuatro empresas: General Motors, Ford, Chrysler y Toyota, que representan por sí solas en 60 % del mercado.
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