Mascarillas arrojadas a las alcantarillas o a los retretes de las casas están apareciendo en los océanos, habida cuenta del uso masivo de estas medidas de proxilaxis por el avance de la COVID-19, causada por el coronavirus SARS-CoV-2.
Miembros de la organización conservacionista Oceans Asia han descubierto en playas de diversas pequeñas islas deshabitadas del archipiélago de Soko (entre Hong Kong y Lantau) miles de mascarillas usadas. No hay instrucciones específicas sobre qué hacer con ellas una vez usadas.
No son materiales reciclables
Envoltorios de alimentos, aparejos de pesca y desechos plásticos continúan llegando a la Antártida. Dos nuevos estudios sobre cómo los desechos plásticos están llegando a las islas subantárticas se publican en la revista Environment International.
A esto se están sumando, además, la llegada masiva de mascarillas usadas.
Hay diferentes tipos de mascarillas. Frecuentemente, éstas son de un solo uso y están diseñadas para fines quirúrgicos, dentales, de práctica médica, de aislamiento, o contra el polvo o el láser. Las mascarillas frecuentemente utilizadas en entornos no sanitarios pueden estar también hechas de tela, papel o un material similar. Tanto las mascarillas como su nombre o las normas aplicadas a ellas difieren según el país.
Pero, como norma general, las mascarillas usadas no deben tirarse por el retrete. Conviene meterlas en una bolsa de basura que, al no ser materiales reciclables, irá al contenedor gris para evitar que quienes trabajan en las plantas de reciclaje se contagien. Está terminantemente desaconsejado depositarla en los contenedores de recogida separada de cualquiera de las fracciones (orgánica, envases, papel, vidrio o textil) o su abandono en el entorno.
Al contenedor gris van todos aquellos residuos que no se reciclan y que tampoco pueden usarse para hacer compost. De acuerdo a las recomendaciones del Gobierno, estos residuos se incinerarán preferiblemente o se llevarán a vertederos.
Poco a poco, incluso cuando se relaje más el estado de alarma, la mascarilla convertirá en un artículo indispensable en la rutina diaria, pero no se puede reciclar de ninguna manera. El mismo procedimiento debe seguirse con las gafas de plástico, guantes y batas desechables, que se emplean cuando se está al cuidado de una persona enferma en aislamiento.
Se sabe que el coronavirus SARS-CoV-2 tiene una vida útil dependiendo de la superficie donde se deposite, pudiendo aguantar hasta 4 días en algunos materiales como plástico, billetes, mascarillas quirúrgicas o acero. Respecto a la tela y ropa, se especula que el nuevo coronavirus puede aguantar hasta 2 días, un tiempo similar al vidrio o la madera. De hecho, algunos estudios sugieren que las partículas del coronavirus pueden llegar a aguantar hasta 6-7 días en algunos casos en superficies porosas, pero no ha podido demostrarse todavía que tengan poder de contagio en dichos casos.
Todas las mascarillas, tanto de las quirúrgicas como las de filtro FFP2 o FFP3, son de un solo uso. Ante la escasez de estos equipos de protección muchas personas estos días se están fabricando las suyas de tela. Estas se pueden reusar siempre y cuando se utilicen correctamente y siempre se laven y desinfecten tras ser usadas. Investigadores de la Universidad de Stanford están estudiando diferentes opciones para descontaminar y reutilizar mascarillas del tipo N95. Sin embargo, no han podido determinar si se mantiene la capacidad de filtración correctamente ya que son métodos para una situación extraordinaria.
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