Elizabeth Kolbert, autora del libro de 2014 La sexta extinción: una historia nada natural, sitúa el futuro de la humanidad a un nivel distópico propio de las películas de ciencia ficción más catastrofistas. Tal vez tenga razón, pero tampoco hay pruebas sólidas de que sea así.
El libro también cita al antropólogo Richard Leakey, coautor del libro de 1995 La sexta extinción: el futuro de la vida y de la humanidad, que también afirma que la tasa de extinción de especies vivas se está acelerando. Pero esta y otras afirmaciones similares se basan en un modelo creado en 1967.
Modelo especie-área
Los biólogos evolucionistas Robert H. MacArthur y E. O. Wilson desarrollaron el modelo especie-área en 1967 y se basa en el supuesto de que, a medida que más especies compiten por recursos en declive, menos sobrevirían. Pero el modelo era incorrecto, como sugirió en 2011 un estudio un publicado en la revista Nature.
Además, la observación directa contradice las estimaciones más agoreras. Por ejemplo: han surgido más especies de plantas nuevas en Europa durante los últimos 300 años de las que se han documentado como extintas en el mismo período. De hecho, si el modelo fuera cierto, la mitad de las especies del mundo ya deberían haberse extinguido durante los últimos doscientos años.
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el 6 % de las especies está en peligro crítico, el 9 % está en peligro de extinción y el 12 % está es vulnerable a estarlo. Solo el 0,8 % de las 112 432 especies de plantas, animales e insectos incluidos en sus datos se han extinguido, de hecho, desde el año 1500. Es una tasa de menos de dos especies perdidas cada año, para una tasa de extinción anual del 0,001 %.
La Tierra ha sufrido al menos cinco extinciones masivas a lo largo de su historia, pero irónicamente, después de cada una de ellas, le ha seguido un crecimiento de la biodiversidad que ya existía. Tal y como abunda en en ello Michael Shellenberg en su libro No hay apocalipsis:
El gran aumento de la biodiversidad durante los últimos 100 millones de años supera enormemente las pérdidas de especies en pasadas extinciones masivas. El número de géneros, una medida de la biodiversidad más poderosa que el recuento de especies por sí solas, asi se ha triplicado en el transcurso de este período de tiempo.
Para combatir el problema del medioambiente, pues, no debemos recurrir a alarmismos, extremismos o comportamientos religiosos, ni tampoco a exagerar en aras de conmover: los datos deben ser presentados de forma sólida y robusta para que ningún negacionista los tire por tierra, y sobre todo con la humildad no suficiente como para aceptar que no sabemos todo lo que está pasando ni lo que pasará (y que eso hay que tenerlo en cuenta a la hora de establecer un cálculo de coste-benefico sobre qué medidas adoptar).
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