Aunque parezca sorprendente, los parques eólicos tienen el poder de afectar al clima. Aunque solo al que hay bajo sus turbinas.
Si echamos un vistazo a un campo eólico con 10.000 turbinas, descubriremos que la temperatura del suelo ha podido aumentar artificialmente 0,72 Cº, según una simulación con modelos informáticos de física atmosférica descrita en el Journal of Geophysical Research.
Los motores mezclan el aire y provocan que la humedad ascienda, con lo que el aire más cercano al suelo se calienta y se seca. Esto podría ser un problema para los cultivos justo debajo del parque eólico, pero, globalmente, el efecto no tendría mayores consecuencias.
Es decir, que solo nos debemos preocupar de los parques eólicos si somos un tallo de maíz o algo así. Incluso si aumentáramos el número de turbinas de forma extraordinaria, superando varias veces la estimación más halagüeña para el próximo siglo (pongamos que para genera 17 teravatios de electricidad), cualquier cambio local se acabaría disolviendo en la atmósfera.
Además, actualmente el parque eólico más grande del mundo apenas tiene 627 turbinas, así que podemos afirmar con seguridad que las ventajas superan a los efectos secundarios adversos de la energía eólica. Al menos en este aspecto.
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