La próxima vez que vayais a la playa, estad atentos a la llegada de patitos de goma. Es uno de tantos fenómenos que está produciendo la contaminación del mar.
Algo parecido le sucedió al equipo de Jean-Michel Cousteau en julio de 2003, mientras rodaban un documental sobre las islas hawaianas. En las playas de la isla de Laysan, en mitad del Pacífico, a miles de kilómetros de cualquier lugar habitado, las lenguas de mar habían dejado un interminable reguero de encendedores, restos de ordenadores, botellas de plástico, cepillos de dientes, pelotas de golf y otros objetos procedentes de 52 países, como una excavación arqueológica de multicultural basura.
Algunos restos de esta basura correspondían a cosas que ni siquiera habían sido fabricadas desde 1960.
También habían muchos cadáveres de albatros, pues habían confundido los pequeños objetos de plástico con peces de colores y los habían capturado y regurgitado sobre los picos de sus crías, incrementando la mortandad de su prole: en las entrañas de estos cadáveres aún podréis encontrar más y más objetos cotidianos que parecen anacrónicos en un lugar tan paradisíaco.
Como pequeño alivio, os puedo contar que no todos los objetos caídos al mar sirven sólo para ensuciarlo. Algunos han dado un buen servicio. Por ejemplo, los 29.000 juguetes de plástico para bañera comercializados por la empresa The First Years ICC, en su mayoría patitos de goma. En 1992, un boque de carga que había zarpado de Hong Kong con este cargamento rumbo a América, se averió en mitad del Océano Pacífico. Debido a los balanceos violentos del buque, algunos de los contenedores de estos juguetes se soltaron de sus amarres y se precipitaron al mar. Uno de los contenedores se abrió y vertió este ejército de juguetes flotantes.
¡Más basura antiecológica! Es lo que habréis pensado. Pero la realidad fue otra: gracias a estos patitos de goma, además de alimentarse el afán coleccionista de mucha gente, también se ha ayudado a la ciencia, como si los patitos de goma fueran cobayas improvisadas.
Las corrientes marinas desplazaron todos estos patitos de goma, castores rojos, ranas verdes y tortugas azules en una travesía de miles de kilómetros que duró 11 años. A medida que los juguetes han ido apareciendo en diferentes playas, los científicos han podido estudiar cómo funcionan las corrientes marinas de una forma nueva y eficaz.
Para el control de las corrientes oceánicas, los oceanógrafos emplean aparatos más sofisticados como las boyas con dispositivos de rastreo por satélite. Pero éstas son muy caras (hasta 1.650 euros cada una) y por ello sólo pueden desplegar unos cientos de ellas en un lugar al mismo tiempo. Al disponer de tantos objetos flotantes iguales y gracias al reporte de todas las playas donde la gente los encuentra, los estudios han sido mucho más precisos que nunca gracias a los patitos. Tanto es así, que ahora los expertos sabrán cómo conservar mejor las reservas de pescado y también se comprenderán algunos efectos aún desconocidos del calentamiento de la Tierra.
Blanqueados por el sol y el agua de mar, los patos y castores se han decolorado hasta volverse blancos, pero las tortugas y ranas han mantenido sus colores originales. Se han escrito dos libros infantiles sobre los patos, y los juguetes han alcanzado tal relevancia que ahora, como si fueran monedas o sellos, se subastan a precios desorbitados. Si os estáis bañando en la playa y os topáis con uno de estos patitos de juguete, será como si hubierais encontrado un doblón de oro del cargamento de un barco español.
El oceanógrafo Curtis Ebbesmeyer les ha seguido la pista por el Polo Norte y el Atlántico, y asegura que algunos llegarán a España, así que estad atentos.
Y si no son patitos de goma lo que encontráis, tampoco desesperéis: se calcula que cada año se pierden entre 2.000 y 10.000 contenedores de buques mercantes, y muchos de sus objetos son actualmente también objeto de estudio: 100.000 globos, 34.000 guantes de Hockey del carguero Hyundai Seattle, 5 millones de piezas de Lego pertenecientes al carguero Tokio Express, 33.000 zapatillas Nike que cayeron cerca de las costas de California, 20.000 sandalias que cayeron cerca de las costas de Hawai, 50.000 latas de cerveza que cayeron al Pacífico de un carguero chino…
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