Utilizando datos económicos de la mayor parte del mundo y analizando diferentes sectores de productos, incluida la información de la cadena de suministro, se ha concluido que aproximadamente cuatro quintos del impacto ambiental del consumismo no proviene de comportamientos directos como conducir automóviles o tomar duchas largas, sino de lo que consumimos, desde alimentos hasta chucherías.
Es lo que señala un estudio publicado en Journal of Industrial Ecology por parte de Diana Ivanova y sus colegas de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Noruega.
Consumo
La cantidad de agua que entra en una hamburguesa o pizza congelada, por ejemplo, resultó mucho más significativa que los hábitos de ducharse y lavar los platos.
Entre el 60 y el 80 por ciento de los impactos en el planeta provienen del consumo de los hogares. Si cambiamos nuestros hábitos de consumo, esto también tendría un efecto drástico en nuestra huella ambiental, según explica Ivanova.
El consumo, sin embargo, es muy diferente en función de las personas que analicemos. Según el estudio, como es natural, el consumismo era más importante en los países ricos que en los países pobres. Y que aquellos con las tasas más altas de consumismo tenían hasta 5,5 veces mayor impacto ambiental que el promedio mundial.
Estados Unidos tiene las emisiones per cápita más altas con 18,6 toneladas de CO2 equivalente ("CO2 equivalente" es una métrica que agrupa múltiples tipos de emisiones de gases de efecto invernadero en una). Luxemburgo tenía 18,5 toneladas, y Australia quedó en tercer lugar con 17,7 toneladas. El promedio mundial, en comparación, fue de 3,4 toneladas, y China tenía solo 1,8 toneladas.
Así pues, el consumismo puede estar matando el planeta, aunque probablemente sea difícil erradicarlo... porque siempre hemos sido consumistas en la medida de nuestras posibilidades.