Una refinería con olor a rosas

Una refinería con olor a rosas
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A muchos millones de rosas. Dentro de la variedad de métodos y sistemas propuestos para reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera una refinería de Shell ha adoptado una solución curiosa e interesante a la vez que sencilla.

La refinería de Royal Dutch Shell en la localidad holandesa de Permis es la mayor refinería de Europa. Ella sola envía a la atmósfera seis millones de toneladas de CO2 al año, aproximadamente el 3 por ciento de todas las emisiones de Holanda. Buscando reducir este impacto, los responsables de la empresa han mirado a su alrededor. Y lo que han visto, son los miles de invernaderos donde se cultiva una de las mayores exportaciones de los Países Bajos, las flores.

Un conjunto de tuberías envía el 8 por ciento de sus emisiones de CO2 a cerca de 500 invernaderos utilizados para el cultivo de rosas. El CO2 favorece el crecimiento de las plantas que lo convierten en carbono para formar sus células y oxigeno que liberan al ambiente.

La solución es ingeniosa pero, en mi modesta opinión, no beneficia demasiado al medio ambiente. El CO2 absorbido por las flores vuelve a ser liberado cuando estas mueren, así que no hay una reducción real de las emisiones. Tan solo se retrasa su llegada a la atmósfera y no por mucho tiempo. Un ejemplo claro que apoya los argumentos de las organizaciones ecologistas contrarias a contabilizar a los bosques como sumideros del CO2. Al final, acaba volviendo a la atmósfera.

Vía | The New York Times En Genciencia | Atrapando todo el CO2 de una central térmica

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