Digamoslo desde el principio: las empresas farmacéuticas no se distinguen por un código deontológico impecable. Con todo, la alternativa (es decir, la automedicación, la anarquía o las psedociencias) sería mucho peor para nuestra salud. Lo que debemos intentar es que las prácticas farmacéuticas mejoren.
Tampoco las malas prácticas de médicos o empresas farmacéuticas deben achacarse al funcionamiento de la ciencia: una cosa son los científicos (seres humanos falibles) y otra la ciencia (un sistema para volver menos falible al ser humano), como ya explicábamos en Los científicos son un fraude; la ciencia, no.
Ello explicaría, entre otras cosas, la razón de que exista una pequeña proporción de médicos que prescriban homeopatía a pesar de que no existen ensayos clínicos que prueben su eficacia. Esos casos son clamorosos y estamos ante médicos que engañan o médicos negligentes. Sin embargo, hay otra línea más difusa entre un medicamento que funciona y otro que no se sabe muy bien si funciona.
La razón de que exista esta línea es que hay demasiada información, y cada día se genera más, y los médicos no pueden estar al tanto de todo. Se publican cientos de miles de revistas médicas, y millones de trabajos académicos, y cada día el número de publicaciones no deja de aumentar. Y ahí entra la figura del visitador médico, algo así como el experto en marketing de una farmacéutica que trata de vender las bondades de un medicamento sobre otro.
La mayoría de médicos, pues, si es interrogado acerca de la razón por la que decide recetar un medicamento u otro responderá que lo aprendió así en la facultad, o que lo recetaba el colega del despacho de al lado, o que es lo que ha visto que receta el especialista en su contestación sobre los pacientes que le remite; o es lo que el visitador médico le dijo, tal y como lo explica Ben Goldacre en su libro Mala ciencia:
Los médicos toman sus propias decisiones racionales a la hora de recetar un medicamento en función de lo bueno que ha demostrado ser en los ensayos, de lo serios que son sus efectos secundarios y, a veces, de su coste. Lo ideal sería que obtuvieran la información sobre su eficacia a partir de los estudios publicados en revistas académicas que tengan implantado un sistema de selección por revisión externa entre iguales, o de otros materiales como los manuales y los artículos de revisión, que están basados a su vez en investigaciones primarias como las de los ensayos. A lo peor, sin embargo, confiarán en las mentiras de los visitadores médicos de las farmacéuticas y en el “boca a oreja”.
Los primeros años

En este sentido, los primeros años de formación del médico resultan cruciales. En la carrera de medicina, por ejemplo, no se suele hacer un gran hincapié en el funcionamiento estricto del método científico, lo que también origina facultativos que acaban encantados por los cantos de sirena de pseduciencias como la homeopatía, el reiki o la acupuntura.
Además, los estudiantes de Medicina suelen recibir cursos de formación de la industria farmacéutica. Una investigación de la Universidad de Zaragoza muestra que al menos tres de cada cuatro alumnos se han beneficiado de un regalo de estas compañías, y piensan que sus charlas están frecuentemente sesgadas en favor de sus intereses.
Según el estudio, el 78,6% de los participantes recibió en algún momento un regalo promocional, como muestras de medicamentos, libros, viajes o comidas. Según explica Sara Calderón, investigadora de la universidad aragonesa y una de las autoras del artículo, publicado en la revista Atención Primaria: los estudiantes y profesionales cuya relación con la industria es más estrecha “tienden a valorar positivamente sus productos y los prescriben más, sin que exista evidencia científica que lo justifique”.
El futuro de la salud parece pasar, pues, por el uso de herramientas automáticas que diagnostiquen y prescriban con total rigor, y también por la educación de expertos que queden a salvo de sesgos, prohibiendo determinadas prácticas. También hay estudiantes que, por su parte, crean iniciativas para luchar contra lo que entienden como un atentado contra la ética médica. Por ejemplo, el colectivo Farmacríticxs, formado por alumnos de sexto curso, cuyo objetivo es promover una relación ética y transparente con la industria farmacéutica. Y, por supuesto, nunca deberemos combatir la Lista de la vergüenza.
Ver 8 comentarios
8 comentarios
jorgemolina
Estimado Sergio:
Tal vez las cosas hayan cambiado con los años: hace ya 18 años que terminé mis estudios en la Facultad de Medicina. Tal vez el cambio sea geográfico: yo no estudié en Zaragoza sino en Valencia. Pero la realidad es que en los seis años de carrera JAMÁS vi o fui visitado por un Laboratorio, ni conocí charla alguna organizada/esponsorizada por ellos, ni recibí ningún regalo ni conozco a ningún compañero que tuviese bajo esta influencia que describes. Mi conocimiento de ellos se inició con el ejercicio profesional.
Insisto: es probable que las cosas hayan cambiado, y la actual realidad sea muy distinta a la que hemos vivido otros. Pero pienso que hay que ser cuidadoso al generalizar en lo tocante a estos temas, máxime cuando es muy sencillo que el lector recoja la opinión de que todos los médicos somos unos "vendidos".
Sin acritud. ¡Me encantan tus artículos!
madpubli
Un par de comentarios sobre este artículo más que mediocre y fácil, si, fácil porque la crítica fácil a la industria farmacéutica es un tópico, pero bueno, mis reflexiones.
Antes de hablar de códigos deontológico y su calidad, estaría bien echarle un vistazo al de la patronal de la industria farmacéutica en España (Farmaindustria), verás lo impecable y estricto que es, como se vigila y como se penaliza el no cumplirlo. Entre otras cosas dice que no se pueden promocionar productos de prescripción a aquellos que no tienen capacidad reconocida para prescribir, difícilmente entran en este grupo los estudiantes de medicina, así que otra cosa que dices incorrectamente.
Por otro lado, queda muy feo, pero mucho, dejar a la altura del betún a los profesionales sanitarios como los médicos, farmacéuticos, etc. Los pobres, con sus carreras, estudios y cultura, son convencidos fácilmente por la monstruosa industria farmacéutica al darles un bolígrafo de menos de 10 euros, uy perdón, que eso tampoco se les puede dar, vaya pues si que son fáciles de convencer estos señores. Ah, pero además el problema va a ser que hay mucha información sobre medicamentos, muchos ensayos, etc, vaya esto es un problema porque la linea para poder saber si el medicamento es bueno o no es difusa, pero hombre, ¿no has encontrado un argumento mejor? vaya tontería. Me pregunto yo, ¿no sabe el profesional sanitario interpretar la información?, incluso si este fuera el caso, tendríamos a las autoridades sanitarias, sociedades médicas y otros órganos independientes (p.e. GENESIS) para valorar lo medicamentos, pero claro todos al final trabajan para la malvada industria farmacéutica.
Creo que no vale la pena seguir comentando los despropósitos de este artículo, se caen por su propio pesos, simplemente el desconocimiento y las ganas de publicar un artículo fácil son las razones de esto.
Una pena
simple-mente
Siento decirte que estás muy equivocado... y tu texto demuestra tu ignorancia.
Es cierto que muchos médicos están dentro de ese mundo irreal que han creado las farmaceuticas. Digamos que se dejan llevar. Se dejan llevar por estudios de otras personas sin poner en duda la credibilidad de dichos estudios. Yo en mi caso siempre hablo de mis propias experiencias en clínica.
Existen millones de fármacos y vacunas, y no hay nadie que sepa los efectos secundarios a largo plazo... y se siguen recetando??? Estamos locos o que??? Despues de 20años en el mercado, resulta que el omeprazol causa demencia... sin palabras. Tomar uno no pasa nada, pero es que hay gente que se le receta 1 al día y lleva así varios años!! Y tú te atreves a asegurar que el negligente es el que receta homeopatía??? O que la acupuntura "son cantos de sirena"??? No sé si eres médico, pero si lo eres, recuérdame que nunca te visite... Creo que no tienes una mirada objetiva ante el peligro de las farmaceuticas. La acupuntura, por ejemplo, se estudia en las universidades en medio mundo. En muchos casos es la especialidad de medicina, y en otros casos en forma de master. En EE.UU., Alemania, Francia, Inglaterra, ... incluso en Portugal hay universidad de Medicina Tradicional China!! Todos ven las bondades y deciden aplicarla en hospitales... menos en España (e Italia). Creo que por lo corruptos que somos pero tu ignorancia te hace creer que es porque no es una tratamiento válido.
Aún así, creo que si sigues por este camino hay posiblidades que algún día, viendo que los medicamentos no curan (solo callan los síntomas), decidas tratar a tus pacientes con coherencia y amor a tu profesión, intentando recuperar su salud y no solo quitando el dolor sino eliminando también su origen