Los científicos sociales también tienen mucha información almacenada y grandes herramientas estadísticas refinadas para sus análisis. Pero los científicos sociales, en general, rechazan la idea de la ordenación jerárquica del conocimiento que une y guía a las ciencias naturales.
Dice Edward O. Wilson:
Divididos en cuadros independientes, resaltan la precisión en palabras dentro de su especialidad pero raramente hablan el mismo lenguaje técnico de una especialidad a otra. Muchos de ellos, incluso, disfrutan de la atmósfera global de caos que resulta, confundiéndola con el fermento creativo. (…) En la actualidad, varias facciones están a favor de posiciones ideológicas que van desde el capitalismo del laissez faire hasta el socialismo radical, mientras que unos cuantos promueven versiones de relativismo postmdernista, que cuestionan la idea misma del propio conocimiento objetivo.
Basta con bucear en cualquier libro de divulgación de ciencia social para advertir una cosa interesante: lo que allí se dice todavía depende demasiado de los grandes maestros originales, se acude a menudo a fuentes pretéritas, lo cual evidencia dos síntomas negativos: el de la falacia de autoridad y el de que no hay progreso. Kant decía tal, Virgilio decía pascual son frases que se usan hoy en día, en el siglo XXI, para enfrentarnos a problemas complejos de los que Kant o Virgilio no tenían ni idea o, sencillamente, ignoraban mucho de lo que hoy se ha descubierto.
Por el contrario, el progreso de una disciplina científica puede medirse por lo rápidamente que sus fundadores son olvidados.
Con esto no quiero decir que las ciencias sociales no hayan progresado en muchos aspectos. Pero todavía tienen unas ideas del estudio del comportamiento social similares a las que tenían las culturas antiguas respecto a la explicación del funcionamiento del universo: mucha mitología esgrimida con convicción, oscurantismo y cierta consistencia interna.
Difícil resulta encontrar todavía hoy a un científico social que haya sabido encajar sus narraciones en las realidades físicas de la biología humana y de la psicología.
Thomas Hobbes decía que el hombre es un lobo para el hombre. Rousseau, que el hombre es bueno por naturaleza, y que es la sociedad quien lo corrompe. Opiniones y más opiniones que, sin embargo, no suelen hallarse con tanta alegría en las ciencias naturales. Opiniones que ignoraban de plano el ADN, la selección natural o las neuronas espejo.
La razón de que ocurra esto no es que los científicos sociales sean tontos, sino que no se han dado cuenta de que las ciencias sociales son mucho más complejas que las ciencias naturales. Y nuestra ignorancia sobre ellas es aún abismal. Rasgo que nos pasa desapercibido porque todos podemos hablar de ellas con otras personas, incluso en el ascensor. Pero buscad en un bar cuánta gente está hablando de fotones, gluones o los radicales sulfuros.
Ahora probad a escuchar en cualquier bar cómo se debe arreglar la crisis económica. O cómo se debe combatir la delincuencia en la calle.
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