En una carta abierta, miembros de la Sociedad Lingüística de Estados Unidos (LSA) han exigido la eliminación del escritor Steven Pinker, psicólogo experimental de Harvard, de la lista de académicos distinguidos y de expertos en medios.
Argumentan que las afirmaciones de Pinker fomentarían el racismo y el machismo, y que resultan, por consiguiente, indignas y peligrosas para la sociedad.
Los tuits
La cultura de la cancelación (del inglés original cancel culture) designa al fenómeno extendido de retirar el apoyo moral, financiero, digital y social a personas o entidades mediáticas consideradas inaceptables, generalmente como consecuencia de determinados comentarios o acciones. Lisa Nakamura, de la Universidad de Michigan, describe esta cultura como "un acuerdo para no amplificar, publicitar ni dar dinero", y la compara con la economía de la atención, concluyendo que "cuando privas a alguien de tu atención, le privas de su modo de ganarse la vida".
Uno de los ejemplos más llamativos fue el que sufrió el profesor de psicología de Yale Nicholas A. Christakis, como podéis ver en este vídeo:
Una de las publicaciones que se le pidió rectificar a Pinker data de 2015 y en él aseguraba que los policías en Estados Unidos no disparan a los afroamericanos de manera desproporcionada, según las estadísticas.
Data: Police don't shoot blacks disproportionately. Problem: Not race, but too many police shootings. http://t.co/HDoLJ3hT3p via @UpshotNYT
— Steven Pinker (@sapinker) October 17, 2015
En 2017, Pinker aseguró que mencionar que la Policía en Estados Unidos mata más afroamericanos que blancos, nos distrae del verdero problema.
Police kill too many people, black & white. Focus on race distracts from solving problem, as we do w plane crashes. https://t.co/fUxJipp3Fr
— Steven Pinker (@sapinker) August 13, 2017
Por el siguiente tuit le acusan de machista y misógino:
The idea that the UCSB murders are part of a pattern of hatred against women is statistically obtuse | http://t.co/ZbWuSVLy6p
— Steven Pinker (@sapinker) June 1, 2014
Este es el contexto: en 2014, un estudiante asesinó a seis mujeres en la UC Santa Bárbara después de publicar un video online que detallaba sus razones misóginas. Se le acusa de que, ignorando el propio discurso de odio del autor, Pinker calificó la idea de que tal asesinato podría ser parte de un patrón sexista como 'estadísticamente obtusa'.
Primero, una corrección: los asesinatos en 2014 en Isla Vista por Eliot Rodger involucraron a cuatro víctimas masculinas y dos víctimas femeninas, no seis mujeres. Pero aparte de eso, Rodger dejó un manifiesto misógino y un video de YouTube que decía claramente que quería vengarse de las mujeres por rechazarlo, y a quien odiaba por ello. Pero Pinker no pretendía negar que este asesinato fuera motivado por el odio a las mujeres, sino cuestionar si era parte de un patrón general de odio a las mujeres. Esa es una cuestión diferente.
Este ejemplo y otros tantos son los que podemos encontrar en la carta de la LSA que, en realidad, tergiversan las palabras de Pinker por resultar un académico incómodo.
Steven Pinker es autor de algunos de los libros más importantes que he leído en mi vida, como La tabla rasa o En defensa de la Ilustración. Pinker puede cometer equivocaciones, como cualquier investigador. Lo que resulta de todo punto intolerable es que se tergiversen sus declaraciones o se censure su opinión por el simple hecho de que no nos gusta o la consideramos errónea. Las opiniones deben combatir en la arena de las ideas, pero resulta inteligente callar a determinadas personas antes de debatir sus ideas.
La cultura de la cancelación es peligrosa, como ya señalábamos hace un tiempo, porque pone de manifiesto que consideramos que hay cosas que ya sabemos con total seguridad y que no estamos dispuestos a escuchar ni una sola crítica al respecto; con el añadido, en absoluto baladí, de que lo woke es demagogia dopada con culpa judeocristiana, que los Social Justice Warriors son contraproducentes a pesar de sus buenas intenciones y que la libertad de expresión es la condición sine qua non de la sociedad civil, sin excepciones.
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