Todos los extremos son negativos, en este caso nos referimos al crecimiento demográfico que se experimenta en el mundo, la mayoría sufre uno de los dos extremos. Por un lado nos encontramos con los países tercermundistas, son pobres y sin prácticamente recursos, sin embargo, su tasa de natalidad es muy elevada y esta a su vez contrasta con la alta mortalidad que sufre la población infantil.
Por otro lado nos encontramos los países industrializados, presentan todo tipo de recursos, la calidad de vida es exponencialmente superior y sin embargo, la natalidad se encuentra en retroceso.
A pesar de los datos, la población mundial mantendrá su crecimiento o al menos así lo indica un informe elaborado por la Organización de las Naciones Unidas que muestra un aumento de unos 2.500 millones de personas para el año 2050.
Pero este aumento será muy desigual, cada vez será mayor la población con escasos recursos y cada vez serán menos el grupo de población que disfrutan de calidad de vida. Quien más sufrirá la pérdida de población será el viejo continente, un estudio elaborado por el Centro de Cambio Demográfico muestra una recesión de unos 70 millones de personas en Europa y se calcula que la población africana aumentará 1.000 millones de personas, el continente asiático aumentará 1.300 millones, Norte América 110 millones y América latina 200 millones.
Un panorama deprimente y preocupante, especialmente porque aumentará el número de niños que sufren la falta de recursos de todo tipo. Al final nos encontramos realmente en una balanza que se decantará a un lado u otro según el peso de las circunstancias.
Es básico y necesario no sólo promover la natalidad en los países europeos para evitar la recesión poblacional, también es básico y necesario ayudar a mejorar la calidad de vida de los países en vías de desarrollo para que puedan autoabastecerse, regularse y desarrollarse. Se perfila un extraño futuro donde un cóctel elaborado con el cambio climático, la falta de recursos, el aumento de población tercermundista, la recesión de la población europea, la llegada de nuevas enfermedades, y un largo etcétera, pueden propiciar un desenlace estremecedor para quienes pesan menos en la balanza.
Vía | Medien Service Más información | Zdwa Más información | ONU