Muchos, cuando acometen la lectura de las 10 mujeres científicas más importantes de la historia, se rascan un segundo la cabeza: ¿de verdad hay tantas? Y es que la mujer no parece haber tenido un gran protagonismo científico.
Algunos neurocientíficos, como Baron-Cohen, sostienen que la razón es biológica: las mujeres tienen menos testosterona y, por tanto, menos facilidad para el razonamiento matemático, por ejemplo. Psicólogas como Cordelia Fine sostienen que esa razón es endeble y que la verdadera razón de la escasa participación de la mujer en el ámbito científico se debe a que socialmente se considera una tarea de hombres (afortunadamente, cada vez menos). Podéis leer sus argumentos en su último libro, Cuestión de sexos, del que también podéis leer una amplia reseña aquí.
Las universidades forman miles de futuras científicas, pero a la hora de ocupar primeras planas lo cierto es que nuestra sociedad las relega.
Por ello, L’Oreal y New Scientist han realizado una encuesta para reivindicar el papel de las mujeres en la ciencia listando las diez científicas más importantes de la historia.
1. Marie Curie. Investigadora de la radiactividad.
2. Rosalind Franklin. Biofísica crucial para el conocimiento del ADN.
3. Hipatia de Alejandría. Fiolósofa neoplatónica destacada en matemáticas y astronomía.
4. Jocelyn Bell Burnell. Astrofísica descubridora de la primera radioseñal de pulsar.
5. Ada Lovelace. Pionera en programación informatica.
6. Lise Meitner. Física descubridora del protactinio.
7. Dorothy Crowfoot Hodgkin. Química pionera en la aplicación de rayos X a la bioquímica.
8. Sophie Germain. Matemática francesa destacada en su aporte a la teoría de números.
9. Rachel Carson. Figura clave en ecología y la generación de conciencia ambiental.
10. Jane Goodall. Primatóloga que estudió el uso de herramientas en chimpancés.
Algunas personas se sienten atraídos por un tatuaje tribal en el cóccix de una mujer; yo me siento atraído por los tatuajes mentales, por decirlo de algún modo. Por mujeres extravagantes, testosterónicas. Literariamente, me importan más los avatares de una mujer cuya mesilla de noche esté a rebosar de frascos de barbitúricos. O de una señorita clorótica. O mujeres científicas, como la divulgadora Natalie Angier (la versión femenina de Bill Bryson) o la misma Cordelia Fine. Y Ellie Arroway, claro (la astrónoma de ficción de Contact, de Carl Sagan).
Otras mujeres que me han inspirado son mujeres que no he conocido jamás pero que han existido o existen, aunque sus biografías parezcan inventadas. Como paradigma de este tipo de rara avis femenino, invito a bucear en la vida de Martha Gellhorn, Ayn Rand o Simone de Beauvoir, por ejemplo. Son mujeres que sabían dosificar deliberadamente la glucosa romántica, nadar contra lo establecido, e, incluso, desprenderse del icono cultural de lo que todo el mundo entiende por una mujer. Eran mujeres alienígenas.
Vía | Ojo Científico
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