En pleno siglo XXI, grandes cantidades de camellos, carneros, vacas... son sacrificados durante los tres días de celebración del Id al-Adha, el festival anual musulmán del sacrificio. Los animales son conducidos en camiones hasta el lugar de sacrificio, en donde serán troceados (después de sacrificarlos, claro) y repartidos en tres partes. Una de ellas se destina a consumo propio del responsabe de la ejecución del animal, vamos, el que lo compró; otra tercera parte se destina a los más necesitados; por fin, lo que queda es repartido entre familiares y amigos. El motivo de esta fiesta de la matanza no es otro que conmemorar el test que Allah puso a Ibrahim, según el cual debía sacrificar a su propio hijo. Como Ibrahim iba a hacerlo de verdad, Allah le permitió sacrificar a cambio un carnero y le dictó las reglas que se siguen hasta el día de hoy.
Entre otras cosas, la fiesta del sacrificio es un negocio redondo, sobre todo si los casi 1000 dólares USA que se pagaron por el camello de la foto se pagan en la misma proporción por el resto de animales que se van a ejecutar.
Vía | National Geographic
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