Científicos del Museo de Historia Natural de Los Ángeles han encontrado la primera evidencia de que unos gigantescos reptiles, que nadaban en los mares del mundo en el Mesozoico, parían vivas a sus crías en vez de poner huevos.
La clave se encuentra en un fósil único, ahora expuesto al público en el mismo museo, de una hembra embarazada que, sorprendentemente, contiene un embrión. El descubrimiento aparece publicado en la revista Science.
El animal protagonista se llama Polycotylus latippinus. Son unos reptiles enormes que dominaban los océanos hace entre 200 y 65 millones de años, mientras los dinosaurios reinaban en tierra firme.
Eran carnívoros, tenían cuatro aletas que usaban a modo de remos y una cola fuerte y larga que usaban como timón. La forma de su cuerpo era parecida al de una tortuga sin caparazón y el cuello era estilizado y sostenía una cabeza pequeña.
Aunque este tipo de nacimiento, llamado viviparidad, también se ha documentado en otros grupos de reptiles acuáticos del Mesozoico, nunca antes se había descubierto en la importante familia de los plesiosaurios.
Este hecho había desconcertado a los científicos, que sabían que el cuerpo los de los plesiosaurios no se adaptaba bien a abandonar el agua, moverse por tierra y poner huevos en un nido.
Además, el embrión es muy grande en comparación con la madre, mucho más grande de lo que los científicos podían esperar, por lo que creen que estos animales parían una sola cría de gran tamaño, vivían en grupos sociales y se comprometían en los cuidados maternos, como las ballenas o delfines modernos.
Los plesiosaurios no tienen parientes vivos conocidos, se encontraban entre los principales depredadores de la vida marina en las aguas tropicales que separaron América del Norte durante el Cretácico, cuando las aguas del Océano Ártico y del Golfo de México inundaron el continente y se encontraron.
Vía | Science
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