No es nada fácil encontrar un fósil. Exige estar buscando en zonas muy concretas durante mucho tiempo, para sólo contar con una pequeña probabilidad de encontrarse con un resultado satisfactorio.
Pero hasta que no leemos unos cuantos datos, no podemos imaginar la cantidad de condiciones que se han tenido que cumplir para que un hueso se haya podido conservar durante miles y miles de años.
Veamos cuales son esas condiciones.
En primer lugar, está la ubicación. Sólo el 15% de rocas cumplen con las condiciones idóneas para conservar fósiles. Se tiene que acabar enterrado en un sedimento en el que poder dejar una impresión. Además, no podemos acabar expuestos al oxígeno, para lograr así que las moléculas de nuestros huesos y algunas otras partes sean sustituidas por minerales disueltos, con lo que tendremos creada nuestra copia.
Luego viene el transporte. Al tener que sufrir durante miles y miles de años el movimiento de la superficie terrestre, tendremos que haber quedado de alguna forma que seamos reconocibles, si al menos pretendemos que reconozcan a qué raza pertenecíamos.
Pues bien, se cree que sólo un hueso de cada mil millones llega a fosilizarse.
O dicho de otra forma, el legado fósil de todos los estadounidenses (unos 270 millones de personas con 206 huesos cada uno) se compondría de un total de 50 huesos. No nos llega ni para un cuarto de esqueleto.
Pero aún hay más problemas. Estamos diciendo que esos 50 huesos se conservarán, pero no que se encontrarán. Sabiendo que se puede encontrar algo enterrado en un área de unos 9,3 millones de kilómetros cuadrados, que muy poco se excavará, y que aún menos se examinará, podemos ver de una forma más cercana la dificultad de encontrar fósiles.
Se calcula que sólo hemos podido descubrir cerca de una especie de cada 10.000 que hayan existido. Si aceptamos la estimación de que en la Tierra ha habido 30.000 millones de criaturas, y la estimación de que hay 250.000 especies en nuestro registro fósil, la proporción queda en una de cada 120.000.
Ya por último, debemos saber que la mayoría de animales terrestres murieron en campo abierto, se pudrieron o quizás fueron devorados. Así que cerca del 95% de fósiles son animales que vivieron en el mar.
Pues parece que no es tan fácil dejar huella.
Todos estos datos han sido extraídos de la gran obra “Una breve historia de casi todo”, de Bill Bryson. Altamente recomendable.
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