Gracias una nueva recopilación de datos genómicos posible por coautores del estudio del Instituto Eijkman de Biología Molecular en Yakarta, Indonesia, se ha descubierto que no hay solo un linaje de denisovanos, sino dos diferentes. Incluso se propone que el segundo linaje sea considerado como otra especie.
Los denisovanos son una especie de homínidos arcaicos con quienes nos cruzamos y nos reprodujimos, como sucedió también con los neandertales, y por eso transportamos parte de sus genes en nuestro genoma.
Homínidos arcaicos
Se acepta ampliamente que los humanos anatómicamente modernos se cruzaron con sus parientes cercanos, los neandertales, cuando se dispersaron fuera de África.
En 2008, sin embargo, a la historia se le añadió otro protagonista: los denisovanos. Gracias a los hallazgos de un puñado de huesos en la cueva siberiana de Denisova y a la última tecnología en secuenciación genética.
Nuestro mayor exponente denisovano, por el momento, es una niña llamada Denny, que fue concebida presuntamente hace 90 000 años por una mujer neandertal y un varón denisovano. La niña tenía el pelo y los ojos marrones y la piel oscura, y la información genética revela que era más parecida a los neandertales que a los humanos modernos.
De hecho, estiman que esos dos grupos de denisovanos habían estado separados unos de otros durante 350.000 años.
En el nuevo estudio publicado en la revista Cell se evidencia también una mezcla extra entre los papúes y uno de los dos grupos denisovanos, lo que sugiere que este grupo realmente vivía en Nueva Guinea o sus islas adyacentes.
Es probable que encontremos más homínidos (otras especies o no, según sea nuestro criterio diferenciador) que se extinguieron pero que nos dejaron un legado en forma de información genética que ha acabado por configurar tal y como somos.