Todo en un Tiranosaurio Rex parece grande y amenazador. Todo, excepto sus aparenteemnte debiluchos y reducidos brazos. Son tan enclenques en comparación al resto de su cuerpo, que uno puede llegar a preguntarse: si echo un pulso con él, ¿podría ser capaz de ganarle?
Lo cierto es que las apariencias engañana. Esos bracitos como de bebé medían 0,9 metros, y basándonos en el tamaño de los huesos y el análisis de los sitios donde se unían con los músculos, Jack Conrad, palentólogo especializado en vertebrados del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, estima que solo el biceps podría tener una fuerza de 195 kg. Un humano extremadamente entrenado solo alcanzaría 117,9 kg.
La cuestión es que el Rex no solo tenía unos bíceps enormes, sino que también tenía unos pectorales y unos hombros enormes. Así que puede desarrollar suficiente fuerza como para arrancarle el brazo de cuajo a un ser humano.
Igualmente, todavía hay una oportunidad de ganar. Todo apunta que los brazos de un Rex eran como los de una Barbie: solo se podían mover de arriba a abajo, y eran incapaces de rotar o torcerse, de modo que no podría participar en una competición de pulsos.
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