Aprovechando esta oleada de furor zombi que nos rodea, tanto en el cine como en la literatura, vale la pena recordar que los zombis no son muertos vivientes que nos persiguen día y noche para comerse nuestro cerebro.
Los zombis somos todos nosotros. La mayor parte del tiempo.
Aunque creamos que nuestra vida se basa en una serie de decisiones personales reflexionadas y ponderadas, esto no es cierto. Nuestro cerebro acostumbra a ir un poco a su aire, también a la hora de sacar conclusiones rápidas, en lo que se ha venido a llamar inconsciente adaptativo.
El inconsciente adaptativo es algo así como una parte del cerebro que procesa rápidamente y con discreción una gran cantidad de datos que son necesarios para nosotros. Por ejemplo, se pone en marcha cuando debemos apartarnos de la calle cuando se nos viene hacia nosotros un coche.
En ese instante, no valoramos las posibilidades que se nos presentan. Simplemente actuamos por acto reflejo y damos un salto hacia atrás. Una decisión tomada muy rápidamente y con una información mínima.
El psicólogo Timothy Wilson lo explica de esta manera en su libro Strangers to Ourselves:
Nuestra mente actúa de una manera más eficiente cuando deja que sea el inconsciente el que se ocupe de una gran parte de los pensamientos más abstractos y sofisticados, de la misma forma que un avión a propulsión es capaz de volar con el piloto automático, con una intervención mínima o casi nula de la “conciencia” del piloto humano. La conciencia adaptativa hace un trabajo excelente a la hora de evaluar el entorno, advertir la gente del peligro, marcarse objetivos y emprender acciones de una manera compleja y eficiente.
Nuestra vida mental se basa en una mezcla de este pensamiento consciente e inconsciente. Invitar a una chica a cenar será un acto consciente. La decisión espontánea de discutir con esta misma chica durante la cena, la tomaremos inconscientemente a través de una sección diferente de nuestro cerebro y con motivaciones que proceden de otras vertientes de nuestra personalidad.
Para saber mucho más sobre nuestro cerebro zombi, os recomiendo el visionado de la interesante serie de documentales El cerebro inconsciente, que emiten en Canal Odisea.
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