"¿Te gustaría salir conmigo el sábado por la noche?". Hay personas que prefieren que les preguntes directamente. Por el contrario, hay otras que prefieren sugerir más que preguntar: mostrar un interés, u otras señales no verbales, que finalmente dejen tan claro que se quiere salir a una cita y que sea entonces el interpelado el que lo proponga.
Es decir, hay dos formas básicas de citarse con alguien: preguntándole si quiere citarse o haciendo sugerencias para que él sea quien tome la iniciativa. A continuación, los porcentajes de hombres y mujeres que prefieren una u otra opción evidencian que los roles tradicionales no han cambiado mucho.
Invítame a salir
Tradicionalmente los hombres han tomado la iniciativa a la hora de pediru na cita. Los hombres generalmente han pedido una primera cita, mientras que las mujeres generalmente han dado señales de interés o receptividad a propósito de dicha solicitud.
Lo curioso es que actualmente las cosas no han cambiado demsiado, a pesar de que sí lo hayan hecho en muchos campos gracias a los movimientos feministas y otras fuerzas sociales: trabajo, estudios, etc. En el ámbito de las relaciones sentimentales, las mujeres adoptan el rol tradicional.
Es lo que sugiere un estudio realizado por Michael Mills, Agata Janiszewska y Leslie Zabala, para verificar la frecuencia con la que cada sexo quería ser invitado o quería hacer la pregunta, y la cantidad real de veces que cada sexo lo hizo en el último año.
La primera pregunta que se hizo fue si preferían invitar a alguien a salir, o preferirían que se les invitara a salir.
- Mujeres: 93%
- Hombres: 16%
También se preguntó cuántas veces se les había pedido a los participantes de la encuesta una primera cita el año pasado. En promedio, los hombres informaron que les habían invitado a salir una vez. Las mujeres informaron que, en promedio, les habían invitado a salir unas 5 veces.
¿Por qué décadas de lucha en favor de la igualdad apenas ha cambiado esta situación cuando las otras sí que lo han hecho significativamente? ¿Por qué la igualdad de derechos y responsabilidades parece ajena a la lucha social?
Raíces evolutivas
Una explicación para esta diferencia sexual puede residir en la llamada "teoría de defensa de la reputación femenina". Desde una perspectiva evolutiva, los hombres y las mujeres se han enfrentado a diferentes oportunidades y limitaciones reproductivas debido a las diferencias biológicas fundamentales del sexo en su tasa reproductiva y en la confianza de la paternidad genética Estas diferencias han influido en una gran variedad de comportamientos, incluido el cortejo.
La inversión parental masculina ha sido generalmente muy apreciada por las mujeres, y es un recurso reproductivo sobre el cual las mujeres, particularmente en sociedades monógamas, competirán vigorosamente. Para atraer a una pareja reproductora de alto valor, las mujeres despliegan las cualidades que los hombres desean en una pareja a largo plazo, en particular: fertilidad, salud y fidelidad sexual.
Así pues, en el contexto de impresionar a posibles parejas a largo plazo, las mujeres probablemente intentaran distanciarse de las hembras promiscuas, y también expresaron reacciones emocionales más negativas (en comparación con los hombres) hacia una hembra que muestra una tendencia a ser infiel. Lo que explicaría que las mujeres sigan sin llevar la iniciativa a la hora de pedir una primera cita: es un esfuerzo de las mujeres para proteger su reputación sexual.
Si esto es cierto, ¿la la lucha por la igualdad debería incluir también este ámbito? ¿Deberíamos pedir a las mujeres que sean más activas en el campo amoroso y sexual? Si las tendencias sobre lo que un hombre considera atractivo para una pareja a largo plazo, sin embargo, están muy arraigadas a nivel evolutivo entonces dichas mujeres serán menos atractivas, como lo serían las mujeres a las que obligáramos a no maquillarse o vestirse con ropa que les favorezca... lo que sería aprovechado por mujeres que no quieren plegarse a esta nueva tendencia, acaparando el mercado.
O tal vez, algún día lo que se considera deseable sea moldeado tanto por la cultura que estos roles tradicionales desaparezcan. Es difícil de predecir porque la conducta es una mezcla inextricable de genes y cultura, por eso a veces pasan cosas tan sorprendentes como la paradoja nórdica: cuanta más igualdad de genéro hay en una sociedad, más fácilmente afloran las tendencias naturales; por eso en países nórdicos, las mujeres prefieren hacer menos carreras científico-técnicas, como sucede en Suecia, Finlandia y Dinamarca.
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