Como leer sobre filosofía no siempre es fácil, la película After the Dark (The Philosophers, 2013) plantea una interesante (aunque en ocasiones simplona) lección en apenas dos horas.
Estamos en Yakarta, donde un grupo de estudiantes extranjeros se despide de su profesor de filosofía, que los somete a un último y perverso test. En pleno Apocalipsis nuclear, solo diez de los veinte alumnos pueden acceder al búnker, ¿quién merece sobrevivir y quién no?
Juicio moral automático
Frente a esta pregunta, al principio los alumnos tratan de buscar soluciones racionales: salvar a los más capacitados, a los más inteligentes, etc.
Sin embargo, a medida que profundizan en cómo vivirían tras el Apocalipsis, advierten que sin sentimientos, sin escoger qué hacer y con quién vivir en busca de una felicidad esencial, cualquier consecución racionalista y utilitarista está condenada al fracaso. Porque únicamente somos felices si tomamos decisiones morales con la cabeza y el corazón, y no únicamente tras una ponderación de ventajas e inconvenientes.
Por si esto fuera poco, disponemos de una suerte de medidor moral que actúa instintivamente y a gran velocidad. En el Instituto Max Planck de Psicolingüística se ha examinado, por ejemplo, que es posible detectar sentimientos evaluadores en el espacio de 200-250 milisegundos después de leer una declaración de asuntos moralmente intrincados como la eutanasia.
Si los razonamientos morales fueran exclusivamente racionales, entonces el mundo sería un lugar horrible, porque mucha gente no tiene tiempo ni recibe la suficiente información como para ponderar racionalmente lo que es mejor para los demás. De mismo modo, calcular lo que nos hará productivos para ser felices pudiera tener algo de improductivo.
Más bien debemos hacer lo que nos proporciona felicidad para, posteriormente, ser productivos. De lo contrario, quizá la vida sería como la de un grupo de estudiantes, refugiados en un búnker, esperando que pase el Apocalipsis.
Pero como este no es un tema tan sencillo como el que plantea la película (que se toma algunas licencias para fortalecer la tesis que defiende), podéis leer, a fin de compensar un poco, una suerte de panegírico a la moral racionalista que publicamos recientemente por aquí: Cuando la moral es mejor que emane de la razón y de la ciencia y no del corazón.
Ahora el debate está abierto, como en la clase de After the Dark.
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