Nunca he empatizado con la idea de introducirme en un local lleno de gente y música atronadora con mis amigos y, en vez de conversar tranquilamente de lo humano y lo divino, dedicarnos a bailar, contemplándonos mutuamente, siguiendo la coreografía de la canción de moda y pasándolo bomba. Nunca he empatizado sin estar contaminado etílicamente, quiero decir.
Sin embargo, la ciencia parece que sugiere que bailar con los amigos (no necesariamente en una discoteca) podría ser bueno para la salud. Es al menos lo que sugiere un reciente estudio.
Los seres humanos han bailado juntos, en grupos, a lo largo de la historia. Y con un aumento en las actividades de danza colectiva que van desde Zumba a los flashmobs, pasando por los bailes de salón y demás modalidades, el fenómeno no parece estar disminuyendo. Y eso podría ser bueno.
Cuando estamos sincronizados con los demás mientras bailamos, según el estudio de marras, entonces toleramos mejor el dolor y fomentamos la amistad. Estos nuevos datos podrían tener implicaciones positivas para el movimiento terapias de baile, que ya están mostrando resultados prometedores en el tratamiento de la demencia y el Parkinson.
¿Por qué bailamos?
No conocemos la razón evolutiva del baile, ni por qué exactamente tendemos a mover el cuerpo cuando suena música (algo que incluso se aprecia en bebés). Probablemente el baile fue usado por nuestros ancestros para generar pertenencia al grupo y, también, para encontrar o aproximarnos a futuras parejas románticas.
Una de las principales teorías sobre por qué bailamos es que ofrece oportunidades para formar conexiones positivas con los demás. Algo que sucede incluso con la sincronización muscular más mínima: resulta que al sincronizar incluso un pequeño movimiento, como el golpeteo del dedo con otra persona, se siente mayor confianza por ella.
Cualquiera que haya practicado remo estará familiarizado con el momento en que te encuentras en un estado de perfecta sincronización con tu equipo de remo. De repente te sientes como si fueras parte de algo más grande que tú mismo.
Además de sincronización (y ejercicio duro, lo que probablemente también nos hace liberar endorfinas, que finalmente nos hacen sentir mejor), la danza también incluye otras características como la expresión creativa, la improvisación, el ritual y la significación cultural. Estos elementos, sin duda, contribuyen también a nuestro aprecio y aptitud hacia la danza.
Habrá que tenerlo en cuenta la próxima vez que nos inviten a bailar.
Vía | Quartz
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