Debido al éxito que tuvo el artículo dedicado a la procrastinación ¿Qué es la procrastinación y por qué tendemos a ella?, creo que es buen momento para explicaros una manera fácil y eficaz de combatirla.
Como recordaréis, la procrastinación es el hábito de aplazar las cosas que deberíamos hacer, enredándonos en tareas menos importantes o incluso gastando nuestro tiempo deliberadamente en cosas que nos obligamos a creer que son más perentorias. No es exactamente pereza: es buscarnos trabajos menos pesados para evitar los pesados, y así justificar que estamos muy ocupados para ocuparnos de ello.
La técnica para combatirla la descubrió la psicóloga Bluma Zeigarnik, mientras estaba tomando un té en una cafetería de Viena. Allí observó que los camareros recordaban fácilmente los pedidos de los clientes cuando éstos pedían la cuenta. Pero, tras pagar la cuenta, si al cliente preguntaba algo al respecto unos minutos después, entonces al camarero le costaba recordar lo consumido.
Es decir, al pagar, el camarero parecía borrar el pedido de su mente.
Zeigarnik, inspirada, regresó al laboratorio para probar su idea.
Pidió a varias personas que realizaran algunas tareas sencillas (como apilar fichas o meter juguetes en una caja), pero, en algunos casos, detuvo a los participantes antes de que acabaran ciertas tareas. Al final del experimento, pidió a los participantes que describieran las tareas realizadas. Como en su observación de los camareros, Zeigarnik descubrió que las tareas sin finalizar quedaban grabadas en la mente de las personas y, por tanto, eran más fáciles de recordar.
Al iniciar cualquier tarea, nuestra mente experimenta una especie de ansiedad psíquica. Al concluirla, nuestra mente se relaja. Pero si no la concluimos, nuestra mente inquieta continúa importunando hasta que se termina lo iniciado.
¿Cómo podemos aplicar esto para combatir la procrastinación? Como lo que de verdad nos abruma es realizar la tarea pesada, lo que podemos hacer es persuadirnos de que sólo llevaremos a cabo esa tarea durante unos minutos. Sólo unos minutos no hacen daño a nadie. A menudo, entonces, sentiremos la necesidad de seguir con ella hasta acabarla.
Las investigaciones demuestran que la regla de “sólo unos minutos” es muy eficaz para vencer la procrastinación y puede ayudar a terminar las tareas más arduas.
Así que ya sabéis: si tenéis una lista pendiente de cosas que nunca hacéis, no os planteéis hacerlas, simplemente dedicad unos minutos a una de ellas. Sin daros cuenta, la habréis acabado. Si de todos modos eso tampoco os funciona, entonces ¡bienvenidos al elitista club de los procrastinadores premium!
Vía | 59 segundos de Richard Wiseman
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