Todos hemos visto a niños que se ponen a llorar escandalosamente pero enseguida, a poco que te avienes a cumplir sus deseos, cortan su llanto como por ensalmo, quedando como única prueba del mismo unas gordas lágrimas de cocodrilo en la mejilla. ¿Hasta qué punto esa escena melodramática ha sido un teatro pergeñado por el niño con el ánimo de manipular nuestros actos?
Entre los dos y tres años, los niños ya dominan un amplio repertorio de actitudes engañosas, cuyos primeros atisbos se distinguen alrededor de los seis meses de edad. Las actitudes engañosas que surgen de forma más temprana son precisamente el llanto fingido y la risa falsa.
Tal y como explica Robert Trivers en el libro La insensatez de los necios a propósito del llanto infantil, hay una forma de detectar su falsedad:
Es posible distinguir el llanto fingido del auténtico porque cuando simular llorar, los niños suelen detenerse para ver si alguien los está escuchando antes de proseguir. Se comprueba así que son capaces de modular el engaño según el comportamiento de la víctima. Alrededor de los ocho meses de edad, los niños ya pueden ocultar actividades prohibidas y también pueden distraer la atención de sus progenitores. A los dos años, un niño puede burlar una amenaza de castigo diciendo, por ejemplo, "no me importa", cuando evidentemente le importa.
Bajo el análisis de los estudios al respecto, los niños pequeños distan de ser esas figuras inocentes y bondadosas que suelen haber cristalizado en la cultura popular. Los berrinches, las escenas de ira en las que el niño amenaza incluso con hacerse daño, son frecuentes en la especie humana, y también entre los chimpancés y entre los pelícanos.
En un estudio realizado con niños de dos años y medio, dos tercios de ellos tuvieron alguna actitud engañosa en el curso de una hora. Los motivos de las mentiras infantiles parecen muy similares a los de los adultos. Solo a la edad de cinco años aparecen las mentiras destinadas a proteger los sentimientos de otros, que solemos llamar mentiras piadosas.
Si nos ponemos estrictos, los niños empiezan a engañar a los demás incluso antes de haber nacido. En el último trimestre del embarazo, tienen lugar cambios en las principales variables hematológicas de la madre: pulso, nivel de azúcar y distribución de la sangre:
Habitualmente, esas variables se hallan bajo el control de ciertas hormonas maternas que no se producen en gran cantidad. En el tercer trimestre de gestación, el control pasa al feto, que produce las mismas sustancias químicas o análogos de ellas, pero con una concentración entre cien y mil veces mayor.¿Por qué ese desplazamiento del control y por qué, además, un sistema de señales tan ineficiente? Porque el feto ha tomado el control de esas variables en su propio provecho. Procura aumentar el nivel de azúcar en la sangre materna e incrementar el nivel de pulsaciones por minuto por encima de lo necesario para la madre porque de esa manera se incrementará la transferencia de nutrientes a través de la placenta.
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