Tenemos pruebas arqueológicas de que en China, hace cuatro mil años, se horadaban cráneos, se practicaban trepanaciones, para liberar los malos espíritus, presumiblemente de personas que sufrían esquizofrenia. El concepto de esquizofrenia tuvo un inicio histórico en el término: «demencia precoz» de Bénédict Morel a mediados del siglo XIX.
En el ámbito de la Iglesia católica, se ha practicado el exorcismo hasta aproximadamente 1970, aunque aún hay obispos que consagran a sacerdotes que desempeñan esta labor. También debemos presumir que, entre algunos exorcismos, en realidad estamos ante un caso de esquizofrenia.
Como sucede en el Islam y sus encargados de ahuyentar los espíritus, tal y como explica el neurólogo Dick Swaab en su libro Somos nuestro cerebro:
La hermana de Ayaan Hirsi Ali recibió un tratamiento farmacológico en los Países Bajos, pero al regresar a Somalia cayó en manos de las autoridades religiosas islámicas, que la encerraron en una habitación vacía donde no había nada más que un colchón. Le quitaron los medicamentos y le pegaron para quitarle ritualmente los espíritus malignos. Tuvo un desenlace fatal.
La ciencia tampoco ha abordado correctamente la esquizofrenia hasta hace bien poco. A principios del siglo XX, los pacientes estaban inmovilizados con camisas de fuerza y los introducían en la bañera exponiéndolos alternativamente al agua fría y caliente.
En 1950, la esquizofrenia se trataba practicando una lobotomía: una operación en la que se cortan las conexiones entre la corteza prefrontal y el resto del cerebro.
En todos los hospitales de China, junto a cada cama hay un familiar para ayudar al personal de enfermería y asegurarse de que a sus allegados no les falta nada. Si la familia no está disponible, acude alguien de la fábrica. Eso hace que en el hospital reine un agradable desorden. Pero en el ala psiquiátrica cerrada la situación es bien distinta. Al entrar tuve la impresión de estar metido en la película “Alguien voló sobre el nido del cuco”.
¿Creatividad?
La prevalencia de la esquizofrenia (la proporción de personas en una población en las que se diagnostica una enfermedad) se ha establecido que es de alrededor del 1 % de la población.
En un experimento llevado a cabo por Szabolcs Kéri, investigador de la Universidad Semmelweis de Budapest, sugiere que la gente con dos copias de una variante particular de una sola letra del ADN de un gen llamado neuregulin 1 se asocia tanto a la esquizofrenia como a la creatividad. Los que tienen una copia también tienden a ser más creativos, en general, que los que no la tienen.