La imagen típica que tenemos de un psicópata es la de un tipo de mirada gélida, ademanes minuciosos, miopía empática, narcicismo galopante y una facilidad pasmosa para quitarse de en medio cualquier vida humana que le moleste, por el motivo más nimio. Sin embargo, algunas investigaciones sugieren que los psicópatas también pueden llegar ser más buenas personas, sensibles y emotivos que las propias personas normales.
Por ejemplo, es algo que descubrió Men Mahmut, de la Universidad Macquarie, en Sídney, tras una serie de experimentos en los que gente pedía ayuda por la calle a voluntarios desprevenidos a los que previamente se les había realizado pruebas de psicopatía, habiendo obtenido puntuaciones altas o bajas.
Había tres fases en el experimento.
La primera: los cómplices de Mahmut pedían ayuda directamente a los voluntarios, fingiendo que se habían perdido.
La segunda: la petición de ayuda era menos directa y explícita, pues una mujer desafortunada se le caían al suelo un puñado de papeles.
La tercera: la petición aún era menos explícita, pues una investigadora de laboratorio, que se suponía que se había roto el brazo, fingía tener dificultades para llevar a cabo una serie de tareas sencillas, como abrir una botella de agua, pero perseveraba con valentía, a pesar de estar lesionada.
Los resultados fueron inesperados, porque las personas más cálidas y empáticas no respondieron tan bien a la solicitud de ayuda que los catalogados con rasgos más psicopáticos.
Aunque esto sólo se percibía en el tercer supuesto, el de alguien que pide ayuda de forma poco explícita y persevera en hacer algo aunque no puede. En los dos anteriores supuestos, los psicópatas prestaron menos ayuda que los otros voluntarios. Tal y como abunda en ello Kevin Dutton en su libro La sabiduría de los psicópatas:
Por otra parte, sin embargo, existen pruebas que sugieren que los incendiaros resultados de Mahmut no son ninguna casualidad. Y que marcan el inicio de un nuevo cambio bienvenido tanto en la concentración empírica como en la teórica: lejos de los perfiles psicológicos peyorativos convencionales producidos por la brigada de la neuroimagen, hacia un impulso investigador más aplicado y pragmático en la “psicopatía positiva” funcional. Como ejemplo ideal, Diana Falkenbach y Maria Tsoukalas, de la Facultad John Jay de Justicia Criminal, de la Universidad de Nueva York, recientemente empezaron a estudiar la incidencia de las características psicopáticas llamadas “adaptativas” en lo que ellas llaman “poblaciones heroicas”: profesiones de primera línea como los agentes de la ley, militares y servicios de rescate, por ejemplo. Lo que descubrieron cuadra muy bien con los datos que había hallado la investigación de Mahmut.
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