El 28 de julio de 2006, la policía paraba a Mel Gibson por conducir a casi el doble de la velocidad permitida por una autopista del Pacífico de Malibú, California. Le sometieron a la prueba de alcoholemia y el resultado fue bastante por encima del límite legal en EEUU. Lo curioso es que durante su detención. Dijo (perdón por al término): "Putos judíos... los judíos son los responsables de todas las guerras del mundo". Preguntó al agente que lo había parado si lo era y, efectivamente, era judío.
Posteriormente se negó a entrar en el coche patrulla y tuvo que ser esposado. Cuando se hizo pública su detención en la página web de tmz.com el actor pidió perdón en una nota de disculpa. La pregunta es, ¿es Mel Gibson racista o xenófobo? Hay que tener en cuenta que iba totalmente borracho. Pero, aunque lo estuviera, ¿hablaba realmente de lo que pensaba como si se tratara del suero de la verdad?
Es cierto que hay quien afirma que no debería haber tolerancia a quien piense de esta manera. Pero, ¿a quien piense? ¿todo el mundo tiene siempre pensamientos rectos y honorables y Mel Gibson no es más que un depravado (teniendo en cuenta que nunca ha atacado ni segregado a nadie por ello)? ¿o el lector nunca ha pensado (incluso dicho) que habría gente a la que habría que colgar del palo más alto o expresiones similares? ¿nos convertiría ello en asesinos o en insensibles verdugos? Las respuestas a esta pregunta no son sencillas.
Ya el caso Phineas Gage puso de manifiesto que al perder una parte del cerebro nuestra personalidad cambia, por lo que parece ser que nuestro cerebro funciona como una especie de parlamento de gente enfrentada que llega a un consenso. Es un problema similar al que sometemos una rata de laboratorio. Si se pone comida y una descarga eléctrica al final de un corredor, ¿qué hará el pobre animal?
Pues por momentos avanza y por momentos retrocede, como si hubiera una fuerza que la obligara a acercarse y otra a alejarse. Su mente está en conflicto y en el equilibrio se queda parada a cierta distancia. A nosotros nos pasa algo similar. El problema es que cuando nos emborrachamos alteramos ese equilibrio y algunas parte del cerebro que en condiciones normales quedarían reprimidas, no lo estarían en la nueva situación.
Nuestros cerebros son, por tanto, máquinas compuestas por partes que están en conflicto. Quizás pueda parecer sorprendente, pero si nos paramos a pensar un poco, es una forma de trabajar habitual en conflictos sociales como en los jurados populares de los juicios con los jurados populares o ciertos personajes en la política. Los jurados deben debatir, discutir, llegar a acuerdos, etc. Tener distintas opiniones no es un obstáculo.
Y también hay políticos que utilizan o han utilizado esta técnica. Ya en su día, Abraham Lincoln decidió colocar a sus adversarios William Seward y Salmon Chase en el gabinete presidencial: un equipo de rivales. En marzo de 2009, el presidente chino Hu Jintao nombró a dos líderes de una facción opuesta, Xi Jinping y Li Keqiang, para que le ayudaran a construir el futuro económico y político de China.
Y funcionar de esta manera, no tiene por qué ser malo. Como dijo Cass Sunstein, profesor de derecho y alto cargo de la administración Obama:
Si los republicanos solo hablan con republicanos, los demócratas, básicamente, hablan nada más que con demócratas, si los miembros de la derecha religiosa se dirigen la palabra solo entre ellos, y si las feministas radicales se comunican más que nada con otras feministas radicales, se genera el potencial de desarrollar diferentes formas de extremismo, y también profundos malentendidos mutuos con individuos externos al grupo.
La diversidad no sólo amplía en terreno en común del consenso, sino que también aumenta la capacidad para resolver problemas.
Entonces, ¿qué hacemos con Mel Gibson? ¿podemos decir que tiene opiniones antisemitas?
Fuente | David Eaglemanm, Incógnito. Las vidas secretas del cerebro.
Fuente | Steven Johnson, Futuro perfecto.
En Xataka Ciencia | Phineas Gage y el cambio de personalidad
Foto | EFE
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