Vivimos en una época de paranoia por los riesgos. Con tal de reducir determinados riesgos, somos capaces de doblegarnos a servidumbres inenarrables: habitaciones del pánico, descalzarnos para pasar el arco de seguridad de un aeropuerto, etc. Sin embargo, el exceso de precaución para reducir un riesgo puede volverse contra nosotros mismos: aumentando el riesgo general.
Es lo que propone la llamada teoría de la homeostasis del riesgo. La idea básica fue presentada por el psicólogo canadiense Gerald White en su libro Riesgo deseado, y consiste en que nuestro cerebro tiene tendencia a compensar riesgos inferiores en un área asumiendo riesgos mayores en otra.
El ejemplo paradigmático de este fenómeno lo encontramos en una flota de taxis de la ciudad de Munich, que fue equipada con sistemas de freno antibloqueo (ABS). Lo lógico es pensar que, al introducir dicho avance técnico que permite una frenada más seguro en superficies resbaladizas, el índice de accidentes de estos taxis se reduciría respecto a taxis que no estaban equipados con ABS.
Pero fue justo al contrario.
Dotar de ABS a algunos conductores no surtió absolutamente ningún efecto en el número de accidentes que sufrían; de hecho, los convirtió en conductores notablemente peores. Conducían más rápido. Tomaban curvas más cerradas. Eran menos considerados al cambiar de carril. Frenaban con más brusquedad. Mostraban mayor tendencia a pegarse al vehículo que tuvieran delante. No se integraban tan bien en el tráfico general y también estaban implicados en más conatos de accidente. (…) Como dirían los economistas, consumieron la reducción de riesgos en vez de ahorrarla.
Naturalmente, la homeostasis de los riesgos no se produce en todos los casos. Hay medidas de seguridad que sí que resultan altamente efectivas, como el cinturón de seguridad. Pero se produce con más frecuencia de la que creemos, hasta el punto de que sabemos que donde más peatones mueren, por ejemplo, es en los pasos de cebra: el peatón compensa el entorno “seguro” de un paso de cebra vigilando menos el tráfico rodado.
¿Por qué, según un estudio, la introducción de tapas a prueba de niños en los frascos de medicamentos provocó un aumento sustancial de intoxicaciones infantiles con resultado de muerte? Porque los adultos se volvieron menos cuidadosos a la hora de dejar los frascos fuera del alcance de los niños.
Como os demostré en el artículo ¿Te da miedo conducir por la derecha? La transformación viaria de Suecia, la homeostasis de los riesgos también funciona a la inversa: cuando el riesgo aumenta, puede ser que se produzcan menos accidentes. En Suecia, cuando empezaron a circular por la derecha después de tantos años haciéndolo por la izquierda, se redujeron sustancialmente los accidentes de tráfico en vez de incrementarse: los conductores iban con más cuidado del habitual; hasta que se acostumbraron al nuevo sistema.
Gerarld Wilde, frente a ese fenómeno, propone una irónica medida: que los países verdaderamente interesados en incrementar su seguridad vial se planteen hacer este cambio de manera regular.
Vía | Lo que vio el perro de Malcolm Gladwell
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