No se trata de que seas un gran imitador de los personajes famosos. Aunque también hay algo de eso. Se trata de ser un buen gestor de los memes (neologismo acuñado por Richard Dawkins que se refiere a la unidad teórica de información cultural transmisible de un individuo a otro, o de una mente a otra, o de una generación a la siguiente.)
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Lección 5: aprender a ser un buen imitador
Susan Blackmore, en La máquina de los memes, lo resume así:
La coevolución meme-gen supone que los humanos preferirán aparearse con aquellos que mejor transmitan sus mentes. (…) Los poemas y las canciones de amor constituyen la evidencia histórica de lo antedicho como también lo evidencia, por ejemplo, la conducta sexual de los políticos, de los escritores y de las estrellas de la televisión (Miller, 1993). (…) Veamos algunos ejemplos. En las primeras sociedades cazadoras-recolectoras, el hombre especialmente hábil para imitar habría sido capaz de copiar las habilidades cinegéticas más punteras o las últimas novedades en tecnología para fabricar instrumentos de piedra y, por ende, habría adquirido una ventaja biológica. (…) Ello sugiere que la pareja más deseable sería aquella cuyo estilo de vida le permitiese transmitir un mayor número de memes, como por ejemplo, un escritor, un artista, un periodista, un presentador, un actor de cine y un músico. Sin lugar a dudas, algunas de estas profesiones representan una buena oportunidad para tener adeptos admiradores y para mantener relaciones sexuales con quien deseen. Jimi Hendrix, al parecer, tuvo muchos hijos en cuatro países distintos antes de morir a la edad de veintisiete años. Se dice que H.G. Wells, aunque feo y con una voz horrible, era especialista en el arte de seducir varias damas cada noche. Charlie Chaplin era bajito y no precisamente agraciado y, no obstante, su historial como seductor es notorio como lo fue, al parecer, el de Balzac, Rubens, Picasso y Leonardo da Vinci.
Para aumentar vuestro atractivo sexual, pues, nada como realizar una actividad que demuestre que sois buenos imitadores; sobre todo si podéis enseñarlo a grandes multitudes que no dejan de miraros durante horas.
Miles de años de selección natural han propiciado que los seres humanos desarrollemos una especial habilidad para imitar sólo lo esencial de las acciones ajenas (por ejemplo, para aprender a cazar), incluso siendo capaces de aplicar pequeñas variaciones personales para alcanzar el mismo fin, de tal modo que nuestra imitación parezca de creación propia. Como si pudiéramos resumir cualquier acción en una receta de cocina: es orientativa y flexible pero el resultado es fundamentalmente el mismo.
Quien esté más capacitado para hacer esto, dispondrá de un cerebro mejor diseñado para la imitación y, por tanto, de unos genes apropiados para generar cerebros de ese tipo; y por ende, unos genes deliciosos para el sexo contrario: quiénes no anhelaban reproducirse con personas que fuesen excelentes imitadores, dejaban en herencia para su prole unas peores expectativas de supervivencia.
sólo nosotros, en el pasado, adquirimos la capacidad de una imitación generalizada, y es en eso en lo que nos distinguimos de los millones de especies que pueblan el planeta.
La creatividad y la habilidad artística, además, también es una forma de medir el éxito social, tal y como señala el biólogo Geoffrey Miller. La creatividad y la habilidad artística constituyen los menos conocidos de los éxitos sociales aunque probablemente seas los más poderosos.
Así que ya sabéis. Imitad bien, tocad la guitarra, cantad, escribid, pintad… lo que sea. O, al menos, conseguid que una gran productora os promocione como un artista revelación (parecerá que sabéis imitar aunque en realidad no lo hagáis especialmente bien).
Vía | La máquina de los memes de Susan Blackmore
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