Todo el mundo es un influencer. Y eso es bueno y malo. Es malo porque las ideas tontas parece que se pueden propagar con la misma facilidad que las ideas fundamentadas.
Por esa razón, las redes sociales han contribuido a fortalecer a los teóricos de la conspiración: antivacunas, anti-5G, quienes piensan que el coronavirus no existe o que fue creado en un laboratorio.
Evitar la frustración
Hablar con esta clase de personas es frustrante, a veces porque están muy bien informados, otras porque es son muy tozudos. A continuación, Tanya Basu, del MIT Technology Review, propone diez estrategias para hacerlo de la forma más eficaz:
Trata con respeto al otro. Si bien puede considerarse un simple truco retórico (un truco para ganar el debate, no para llegar a la verdad, porque lo que importan son las ideas y los datos, no la persuasión para lograr que aniden en el otro), sin respeto, compasión y empatía, nuestro interlocutor se cerrará en banda y dejará de escuchar nuestras ideas, por muy válidas que sean. A veces, eso es muy difícil, por supuesto, porque también puede darse la circunstancia de que delante de nosotros esté un verdadero chiflado.
Evitar que otros asistan al debate. Tener público es la mejor forma de influir en el comportamiento de las personas y en el devenir de una conversación. Las redes sociales acostumbran a derivar hacia el intercambio bronco de invectivas y a los zascas, precisamente, porque hay millones de ojos leyendo potencialmente lo que se dice. Es mejor resolver esta clase de cuestiones en privado, quizá por un DM de Twitter, antes que por un tuit que deje al conspiranoico a mercerd del ludibrio. Avergonzar a alguien en público es una de las peores fórmulas a la hora de llegar a un acuerdo.
- No pierdas el tiempo con casos perdidos. Si la persona que tienes delante afirma categóricamente que nunca va a cambiar de opinión, no gastes tiempo y energía: es improbable que consigas algo de provecho. A veces la gente solo quiere opinar sin ser molestada porque su opinión en realidad es una forma de describirse frente al mundo: no importa si esa opinión es verdad o no, sino si la opinión les permite formar parte de un club social.
- Muestra acuerdo en algunos puntos. Las personas no están equivocadas en absolutamente todo, seguramente hay partes de su argumento en los que estáis de acuerdo. Ponlos de manifiesto y refuérzados para demostrar que estáis en el mismo bando y así generar un ambiente de confianza. El formato adversarial siempre tiende a ser muy espinoso.
- Prueba el 'sándwich de la verdad'. Utiliza el enfoque de hecho-falacia-hecho, un método propuesto por primera vez por el lingüista George Lakoff. Consiste en Declarar lo que es cierto, desacreditar la teoría de la conspiración y vuelva a declarar lo que es cierto, dice Donovan. Por ejemplo, si estás hablando con alguien que cree en la teoría de la conspiración 5G, podrías estructurar su argumento así: "El coronavirus es un virus transmitido por el aire, lo que significa que se transmite al estornudar o toser; debido a que los virus no se transmiten a través de ondas de radio, el coronavirus, que es un virus transmitido por el aire, no puede ser transportado por 5G". Es repetitivo, pero refuerza los hechos y señala dónde no funciona la teoría de la conspiración.
- Usa el método socrático. En otras palabras, hay que emplear preguntas para ayudar a otros a probar su propio argumento y ver si se sostiene. Porque la mejor manera de cambiar la opinión de alguien es hacerles sentir que lo han descubierto ellos mismos.
- Cuidado con tus seres queridos. Antes de embarcarte en un debate con un familiar o amigo íntimo, quizá hay que valorar cuán dañina es esa idea y si vale tanto la pena confrontarla. Las relaciones sociales son preferibles a ganar según qué debates. A veces hay que morderse la lengua, ser corteses, o incluso pensar que cada uno aguante su vela. Imagina que tratas de convencer a tu madre, devastada por la muerte de su marido, que el Cielo no existe cuando ella usa esa creencia para combatir su tristeza.
- Hay ideas difíciles de cambiar. Todas las ideas que tengan que ver de un modo profundo con la cosmovisión, la moral, la política y otras son muy difíciles de cambiar porque estan engarzadas con otros conjuntos de ideas que dan sustento a toda la personalidad y forma de enfrentarse al mundo a nivel social. Eso significa que no será suficiente con mostrar estudios revisados por pares o una lógica aplastante. Es posible que la otra persona nunca cambie de opinión. El mundo, a fin de cuentas, es más interesante si hay neurodiversidad.
- Si la empeora, abandona. Todo debate es como el tiempo meteorológico: un sistema dinamico no-lineal. Hay que estar atento a esas nubes de tormenta que acechan: si crecen, abandona. Eso puede significar tanto que la otra persona empieza a perder los papeles como que tú mismo los estás perdiendo porque se te llevan los demonios. Simplemente, hay que saber parar.
- Cada poquito ayuda. Una conversación probablemente no cambiará la opinión de una persona, y está bien. La gente no va a tener cambios profundos en las creencias de una sola vez. A veces puedes cambiar un poco la perspectiva de alguien, como el agua erosionando una roca. No desacreditarás una teoría de la conspiración, pero abrirás el camino para que alguien en el futuro lo haga.
Bonus track: sobre todo, sobre todo, evitad en lo posible el ad hominem. No importa quién sea el otro, ni sus estudios, ni su cultura, ni su ideología. Lo que importa son las ideas. Que las ideas sean las que se enfrenten, no las personas; respetad a las segundas, sed inclementes en lo posible con las primeras; hace caso al koala:
Ver 3 comentarios