A menudo me decía mi abuela que, tras tocar el dinero, tenía que lavarme las manos. No sólo porque consideraba el dinero como algo simbólicamente sucio o pervertidor, sino porque consideraba que tanto monedas como billetes probablemente habían pasado por miles de manos llenas de patógenos.
Ahora, gracias a George, podemos saber hasta qué punto esto es verdad. ¿El dinero viaja tanto como creemos de mano en mano?
En 1998, un consultor de bases de datos de Brookline, Massachussets, llamado Hank Eskin ideó una manera de satisfacer esta curiosidad. Puso en marcha una página web llamada WheresGeorge.com (¿Dónde está George?). El George en cuestión era George Washington, cuyo retrato empezó a aparecer en los billetes de dólar norteamericanos en 1869.
Su página web permite a la gente seguir un billete de dólar en concreto introduciendo en una base de datos un número de serie y el código postal del lugar donde se obtuvo. Cualquiera puede registrar un billete, y si alguien lo ha registrado previamente la página web informa de dónde ha sido. Estos registros se conocen como “hits” o “coincidencias”.
Los visitantes de la página también pueden dejar constancia de cómo llegó el billete a sus manos. De modo que es posible seguirles la pista mientras pasan de una persona a otra.
En 2008 se habían rastreado más de 133 millones de billetes, que sumaban un total de 729 millones de dólares. Un solo usuario, Gary Wattsburg, ha registrado más de un millón de esos billetes, pero la mayoría proceden de usuarios distintos.
Casi todos los billetes son registrados más de una vez, pero el 11 % llega a 2 o más personas. Uno de ellos, incluso, pasó por las manos de 15 usuarios diferentes de la web.
El viaje concreto de este billete fue: en 2002 se registró por primera vez en Dyton, Ohio, y pronto viajó a Scottsville, Kentucky, donde un usuario lo recibió a modo de propina en una hamburguesería. Después cruzó la frontera por Tennessee y se dio como cambio en el Shell Food Mart de Chapel Hill, Carlonina del Norte, y más tarde en una tienda de Halls Mill, cerca de Unionville. De ahí viajó hasta Texas, donde se dio como cambio a un cliente de un McDonald´s de la ciudad de Keller. A continuación se entregó otra vez como cambio en una ventanilla de apuestas en Lone Star Park, en Grapevine, y después alguien lo encontró en el suelo del Penthouse Key Club de Dallas, un negocio “orientado al sexo” que ha sido cerrado unas cuantas veces por el Ayuntamiento de Dallas por ejercer en él la prostitución. Después de pasar brevemente por Shreveport, Luisiana, el dólar regresó a Texas en forma de cambio en el restaurante Jack in the Box, en Rockwall, y después en el Mr. K Food Mart de Irving. Al parecer concluyó su periplo en 2005 después de pasar por Panguitch, Utah, y por Kincheloe y Rudyard, Michigan, donde la última persona en dar noticia de él escribió: “Este billete empieza a tener un aspecto bastante gastado”.
Es decir, el billete había recorrido al menos 6.000 kilómetros en poco más de 3 años: unos 3 km diarios.
Vía | Sólo ciencia / Axxon
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