Sobre billetes, sin embargo, se han realizado rastreos parecidos en otros países. Por ejemplo, el objetivo de Eurobilltracker también es que cada usuario de billetes de euro introduzca en una base de datos los números de serie y la información de localización de cada uno de sus billetes para conseguir rastrear el itinerario de los mismos por todo el mundo.
La versión canadiense de este estudio de los movimientos demográficos del dinero (que a la larga seguramente descubriríamos que finalizan casi siempre en los mismos bolsillos) se llama Where´s Willy?
Esta clase de rastreos de dinero y de sus gérmenes incluidos en él son una estupenda forma de entender mejor cómo funcionan las redes de personas, lo cual permitiría atajar de una forma más eficaz, por ejemplo, el contagio de una enfermedad sexual. Y experimentos como éste sin duda dejarán aflorar las conexiones explícitas que existen entre las personas, como ya se realizó recientemente para confirmar los seis grados de separación que existen entre cualquiera de nosotros.
Sin embargo, una forma más eficaz de rastrear cómo se mueve la gente por el mundo quizá sea implantarles un microchip para seguir sus rastros de manera continuada. Y de algún modo, esto ya se ha hecho, porque muchísima gente ya lleva un mecanismo así voluntariamente. Se trata del teléfono móvil.
Al encenderse, los teléfonos móviles están continuamente conectados a una red de antenas, lo que con un poco de geometría compleja puede emplearse para trazar los movimientos de quien los lleva.
Bajo esta premisa, el físico László Varabais y sus colegas obtuvieron una muestra anónima de los registros de más de 6 millones de usuarios de teléfonos móviles de un país. Trabajando con datos de 100.000 individuos y tras detectar 16.264.308 cambios de posición, crearon registros de movilidad de esta población para un periodo de 6 meses, anotando su situación cada vez que realizaba o recibía una llamada.
Se descubrió que el patrón global de movilidad humana era el resultado de una combinación de factores.
Primero: la gente se desplaza (hasta cierto punto) siguiendo el patrón de vuelo de Lévy, que ya os expliqué en el artículo correspondiente.
Segundo: hay grandes variaciones respecto a cuánto se desplaza, con algunos individuos que recorren distancias mucho mayores que otros.
En parte, esto se debe a que tendemos a regresar una y otra vez a los mismos sitios, como nuestras casas, lugares de trabajo o restaurantes favoritos. Además, por lo general tendemos a dormir en la misma cama la mayoría de las noches.
Vía | Sólo ciencia / Axxon
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