Diversos estudios sugieren que tener un perro mejora la salud y reduce el estrés, pero no se sabe muy bien la razón. Quizá porque te obliga a salir a pasearlo, es decir, haces ejercicio, aunque sea ligero. Tal vez es porque un perro te escucha sin criticarte, o al menos eso creen muchos dueños de perros. Quizá porque las personas que tienen perro son de una manera en particular.
Un nuevo planteamiento podría ser que tener perros facilita el contacto con los demás. Es decir, ofrece ventajas sociales. Y eso ocurre porque, al salir a pasear a nuestro perro, no es extraño que la gente se nos acerque a hablar con nosotros para preguntarnos, por ejemplo, de qué raza es nuestro ejemplar.
Para demostrar hasta qué punto tener un perro permite iniciar un encuentro para socializar, la psicóloga animal Deborah Wells, de la Queens University Belfast, paseó una amplia variedad de perros por la calle. Tal y como explica Richard Wiseman en su libro 59 segundos:
Cada paseo duraba lo que tardase en cruzarse con 300 personas que fuesen en dirección opuesta. Otro experimentador, que caminaba unos cuantos pasos por atrás, anotaba en secreto las veces que los viandantes miraban a la investigadora, sonreían o se detenian para hablar con ella. En tres de los paseos, la investigadora llevaba un cachorro de labrador dorado, un labrador adulto o un rottweiler adulto. Como control, otros tres días se paseó sola llevando un oso de peluche marrón de cincuenta centímetros de altura.
El paseo con el oso generaba miradas pero no sonrisas o conversaciones, tras 1.800 viandantes y 211 conversaciones. Sin embargo, los perros incitaban a mirar, sonreír y charlar. El perro que menos suscitó estos encuentros sociales fue el rottwiler, probablemente porque se asocia a una raza violenta.
El 1% de los paseantes se detuvieron a charlar con la investigadora cuando llevaba el labrador adulto o al cachorro de labrador. Así pues, parece que los perros más monos o asociados a la bondad y la inocencia son más proclives a favorecer la socialización.
Mascotas socializadoras
No es el único estudio que ha tratado de esclerecer el poder de pasear una mascota para socializar (o incluso ligar), tal y como señala Wiseman:
Otra investigación descubrió que una experimentadora sentada en un banco del parque recibía mucho más atención de los viandantes cuando tenía un conejo o una tortuga a su lado que cuando se sentaba sola haciendo pompas de jabón o al lado de un televisor.
Ver 7 comentarios