Stuart Brody, psicólogo de la Universidad de Paisley, en el Reino Unido ha realizado un estudio sobre el impacto de las prácticas sexuales en individuos que posteriormente se enfrentan a actividades estresantes, como hablar en público. Un total de 46 individuos, 24 mujeres y 22 hombres registraron diariamente sus actividades sexuales, entre ellas masturbación, actividad sexual con otra persona sin penetración, y lo que denominan "penile-vaginal intercourse" (PVI), o relaciones pene-vagina, es decir, penetración.
Los resultados, en términos de presión sanguínea, revelaron que en aquéllos individuos que practicaron PVI, la presión sanguínea volvía a normalizarse mucho más rápido que en aquéllos que se marturbaron o que tuvieron sexo sin coito. Es más, los individuos que se abstuvieron de cualquier práctica registraron los niveles más altos de presión arterial en presencia del stress posterior. Brody también realizó medidas del neurotismo de los individuos relacionado con las costumbres sexuales. Si es que parece que todo tiene su explicación...
Vía | New Scientist
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