Imagina que cada día de tu vida incluye un repaso de todo lo que has vivido a partir de cierta fecha: qué comiste, dónde estuviste, con quién, qué viste en televisión, qué sucesos importantes se produjeron… Eso es lo que le pasa a Jill Price, una neoyorquina de 42 años que recuerda todo lo que le ha sucedido desde el 5 de febrero de 1980.
Aún así, y aunque parezca contradictorio, es incapaz de recordar cualquier cosa que no esté relacionada con su vida. Una poesía o una fórmula matemática se borrarían de su cabeza sin problema. A diferencia de otros casos de memorias superiores, las personas que padecen este síndrome no poseen estrategias mnemónicas ni otros recursos que no sean una asociación automática de la fecha con los acontecimientos que se produjeron.
El estudio de Jill vino a cargo de un grupo de investigadores de la Universidad de California (aquí la publicación en PDF), que han definido dos características básicas para identificar este síndrome: que la persona pase una gran cantidad de su tiempo en pensar sobre su pasado personal, y una capacidad extraordinaria para recordar eventos concretos de este pasado. Además, se ha podido escanear su cerebro y comprobar que ciertas áreas son hasta tres veces mayores de lo considerado como un “cerebro normal”.
Jill describe su extraña capacidad como vivir con dos pantallas en su cabeza, donde una es la vida normal, y la otra una sucesión constante de recuerdos que no para de reproducirse.
Lo más curioso de todo, es que esta señora se asusta ante la idea de poder perder parte de su memoria: “Algunos recuerdos son bonitos y me hacen sentir bien”.
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