Tal y como sugiere un estudio realizado por Neil Todd y sus colegas de la Universidad de Manchester (Reino Unido), cuando escuchamos música a más de 90 decibelios (una frecuencia similar a la que produce el tráfico denso de camiones), una zona del oído interno conocida como sacculus estimula al cerebro para que libere endorfinas que nos hacen sentir bienestar.
Ya sea en un coro o entonando el himno de nuestro equipo antes de un evento deportivo, cuando nos reunimos con otras personas para cantar, podemos conseguir el mismo efecto.
Ya en en 2003, Hella Oelman y Bruno Loeng, psicólogos de la Universidad de Tromso, demostraron que personas de distintas épocas y culturas experimentaban una gama universal de reacciones emocionales a intervalos musicales concretos. Como si existiera una especie de gramática tonal universal.
Y según un estudio presentado en la Conferencia Anual de la Sociedad Británica de Psicología por Alexandra Lamont y sus colegas de la Universidad de Keele, escuchar tus canciones favoritas cuando practicas un deporte competitivo mejora tu rendimiento.
Podéis leer más sobre la música influyendo en nuestro cuerpo en La música: una droga tonificadora y legal.
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