Cada vez somos más empáticos con los animales, sobre todo en el ámbito de las mascotas. Sin embargo, las personas más pudientes del pasado también han tenido una estrecha relación con algunos animales.
Por ejemplo, el marajá Nawab sir Mahbet Khan Rasul Khan tenía 800 perros que eran tratados como auténticos reyes. El romano Lucio Licinio Craso cuidaba de una anguila en un estanque de su casa. Pero los animales también han propiciado conflictos bélicos, quizá porque nunca han sido simples máquinas sin emociones, como señalaba Descartes.
La guerra de la vaca
Entre el 1272 y el 1278 tuvo lugar una guerra entre señores feudales belgas debido al robo de una res. El resultado aquí fueron nada menos que 15.000 muertes. Naturalmente, la res no se consideraba más que algo muy valioso que había sido sustraído por otro.
La guerra del cerdo
En 1859, entre Estados Unidos y Reino Unido estalló un pequeño conflicto de resultas de unos disparos a un cerdo. Afortunadamente, no hubo bajas, salvo la del cerdo. Snowball, de Rebelión en la Granja, estaría complacido de lo que un cerdo era capaz de originar.
La guerra del perro
En 1925, hubo un accidente fronterizo entre griegos y búlgaros debido a un incidente con un can. El resultado fue 500 búlgaros muertos y 121 griegos muertos. Con los ánimos candentes entre ambos países debido a la Primera Guerra Mundial, cuando un perro cruzó la frontera y fue asesinado por el bando contrario, fue como lanzar una cerilla en un polvorín. Grecia invadió Petrich el día siguiente y acabó con todas las fuerzas búlgaras del lugar, hasta que fue detenida por la Sociedad de Naciones.
La guerra del Emú
En esta guerra australiana de 1932 no hubo ninguna baja humana, pues el objetivo era el emú, una ave emparentada con las avestruces africanos, que picoteaban los campos sembrados y produjeron grandes pérdidas a los agricultores.
Esto no pasaría por ser otra operación de control de plagas si, en efecto, no tuviera aspecto de guerra de verdad: bajo el mando del Gran Meredith de la Real Artillería de Australia, el mando de una fuerza de soldados armados con dos ametralladoras Lewis y 10.000 cartuchos de municiones.
Tribunales de justicia animal
Por si fuera poco, los animales que hubieron cometido delitos también eran ajusticiados en un tribunal humano. Desde la Edad media hasta bien pasado el siglo XVII, los tribunales de justicia se dedicaron a juzgar a cerdos y otros mamíferos, e incluso a animales más ridículos, como simples moscas. Una sentencia fechada en 1519, por ejemplo, condenó a unos ratones campestres, culpables de comerse la cosecha.
Y en el año 1300, en Inglaterra, una bandada entera de cuervos fue condenada porque, en el interrogatorio, los jueces no pudieron distinguir los gritos de los culpables “de aquellos que defendían su inocencia”.
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