La intuición nos dice que es preferible gastarnos el dinero en nuestros caprichos que en regalarle algo a alguien. Pero estas Navidades deberíais cambiar el chip, al menos a la luz de algunas investigaciones al respecto.
Elizabeth Dunn y sus colegas de la Universidad British Columbia han publicado este contraintuitivo hallazgo en la prestigiosa revista PLOS One. Y lo que resulta más llamativo de las conclusiones del mismo es que el placer de dar los demás también tiene lugar en los niños pequeños: regalar cosas a los demás nos hace felices a todos.
Para llevar a cabo este estudio se analizaron los signos de felicidad de niños menores de dos años en diferentes situaciones a través de una codificación de expresiones emocionales. Los escenarios fueron los siguientes: los niños recibieron golosinas, vieron cómo el experimentador daba una golosina a un peluche, dieron una golosina de otra persona a un peluche y dieron una golosina de las propias. Todos las situaciones se codificaban a través de las expresiones de las caras de los niños en una escala desde 1 (Nada feliz) hasta 7 (Muy feliz). Los niños mostraron más felicidad al entregar una golosina propia al peluche.
Según los autores del estudio, estas recompensas de nuestro cerebro cuando somos altruistas o generosos podrían tener una explicación evolutiva: tales comportamientos son beneficiosos socialmente, permiten construir sociedades más sólidas y confiables.
Es decir, que dar a los demás, por lo general, nos hace más felices que no hacerlo, e incluso nos hace más felices que recibir algo de los demás.
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