El sonido de los envases y los envoltorios de los alimentos afecta a nuestros juicios valorativos sobre lo que vamos a comer. Por ejemplo, si algo cruje mucho, tendemos a pensar que es más fresco.
En el ámbito de las patatas chips, según un reciente estudio, cuanto más ruido hace la bolsa o envoltorio, más crujientes le parecen a los que las comen. Por eso una marca hizo la bolsa más ruidosa jamás fabricada.
Frito-Lay
Frito-Lay es la empresa que decidió aplicar el efecto del sonido del envoltorio a la percepción del alimento hasta límites insospechados. Su producto se llama SunChips, aunque la compañía acabó retirando el envoltorio con el tiempo, cuando las quejas de los consumidores empezaron a llegar.
Tal y como explica Charles Spence en su libro Gastrofísica, tomaron una de esas bolsas en el laboratorio y midieron el ruido que hacía al agitarlo con las manos: más de cien decibelios:
Para poner esta cifra en perspectiva, este es el nivel que se encuentra en el más ruidoso de los restaurantes. La exposición a este nivel de ruido durante largos períodos de tiempo puede conducir a daños auditivos permanentes. La bolsa hacía tanto ruido que muchos consumidores escribieron para quejarse. En realidad, era tan fuerte que la empresa se vio obligada a ofrecer tapones para los oídos para acabar con las protestas crecientes de los consumidores. Supongo que la idea era que el cliente comprara una bolsa, se la llevara a casa y se pusiera los tapones para disfrutar de sus SunChips en paz.