Según un nuevo estudio sueco, hay evidencia que sugiere que el uso de términos neutrales de género para describir a las personas promueve la igualdad de género.
En su estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, Margit Tavits y Efrén Pérez describen experimentos que realizaron con voluntarios suecos.
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En 2012, los suecos empezaron a debatir la adición de una nueva palabra a su idioma para describir a las personas de manera neutral en cuanto al género. El idioma ya tenía las palabras hon y han, para él y ella respectivamente, pero la palabra "hen" fue propuesta para describir a las personas sin referirse a su género.
Hacia el 2015, el uso de la nueva palabra se había convertido en algo común y se agregó al glosario de la Academia Sueca. Para averiguar si la inclusión de este término había reducio el sesgo sexual, se realizaron tres experimentos con más de 3 000 voluntarios.
En el primer experimento, los voluntarios miraron una imagen que mostraba a un personaje andrógino paseando a un perro. A cada uno se le pidió que usara el conocido hon o han o la nueva palabra, hen, para describir la acción en la imagen. En el segundo experimento, los voluntarios completaron una historia corta sobre una persona de género desconocido que se postula para un cargo. El experimento final consistió en solicitar opiniones de personas LGBT y no binarias.
Las personas que usaron la nueva palabra, hen, para describir la imagen de quien paseaba al perro tenían menor probabilidad de usar un nombre masculino para su personaje. También descubrieron que las personas se tomaban la misma cantidad de tiempo para escribir la historia sobre la persona que se postulaba para un cargo, independientemente del término que usaban para describirlas. También mostraban mayor aceptación hacia las personas LGBT.
Los investigadores concluyen sugiriendo que la introducción de la nueva palabra en el léxico sueco ha llevado a un lenguaje más inclusivo de género. Sugieren además que tal inclusión podría estar conduciendo a un menor sesgo de género y la promoción de la igualdad de género.
Naturalmente, es todavía prematuro establecer una relación de causa-efecto: el lenguaje tiene un impacto muy débil en nuestro pensamiento y en nuestros prejuicios (a pesar de las hipótesis periclitadas de Sapir-Whorf), y más bien hay más evidencia de que todo funciona exactamente al revés: cambiamos el lenguaje cuando cambia nuestra percepción de la realidad.
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