Según una investigación diseñada para explorar el sesgo y los prejuicios de los encuestados, el 56 por ciento de las personas dice que los números arábigos no deberían ser parte del plan de estudios de los alumnos estadounidenses.
Los números arábigos, por cierto, son los números que usamos cada día. El 0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9. El sistema fue desarrollado por primera vez por matemáticos indios antes de extenderse por el mundo árabe a Europa y popularizarse en todo el mundo, y por eso se llaman así, números arábigos.
Prejuicios
Pero "arábigo" es un término que solivianta los prejuicios de determinado espectro político estadounidense, en este caso, republicano. Por eso, de este 56 por ciento de gente que se niega a que se enseñen números arábigos, la mayoría eran republicanos.
En el estudio, entonces, se hizo otra pregunta: "¿Deberían las escuelas en Estados Unidos enseñar la teoría de la creación del sacerdote católico George Lemaitre como parte de su plan de estudios de ciencias?"
Esta vez, la encuesta encontró que el 53% de los encuestados (y el 73% de los demócratas ) pensaban que las escuelas en Estados Unidos no deberían enseñar la "teoría de la creación del sacerdote católico Georges Lemaitre" como parte de su plan de estudios de ciencias. En este caso, los republicanos pensaron que la religión católica debería estar fuera de las aulas.
Pero los demócratas ignoran que este sacerdote belga también fue un físico que descubrió por primera vez que el universo se estaba expandiendo y propuso que sus orígenes se encontraban en la explosión de una sola partícula, una idea que se conoció como la teoría del Big Bang.
Es decir, Geoge Lamaitre es el equivalente a los números arábigos en los demócratas. Ambos lados tienen prejuicios y sesgos. Ambos están dispuestos a adoctrinar en los colegios, o a eliminar lo que ellos consideran adoctrinamiento y que solo son matemáticas y física. Los demócratas están predispuestos contra la religión occidental como los republicanos lo está contra la religión oriental.
Por ello, parafraseando la película de Netflix No mires arriba, quizá es tan peligroso no mirar arriba como no mirar abajo, o no mirar a derecha o izquierda, como podéis ver en el siguiente vídeo:
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