¿Qué es la realidad? ¿Cómo podemos empezar a definir un término tan poroso y subjetivo? No podemos. Además, esta clase de preguntas son de categoría A.
El físico británico Andrew Liddle considera que hay tres categorías de grandes preguntas en función de su dificultad. La categoría C (ideas sobre las que podría haber respuesta), la categoría B (hay algunas ideas teóricas pero no hay pruebas observables) y la categoría A (no sabemos ni por dónde empezar).
Los límites de la ciencia
Porque, si bien la ciencia es una poderosa herramienta para encontrar patrones que nos permiten predecir el comportamiento de lo que nos rodea, se queda corta a la hora de responder a las preguntas intrínsecas que dan lugar a esos patrones.
Aunque podemos responder a determinadas preguntas, esas mismas preguntas pueden dar lugar a otras, y ésas a otras, y así sucesivamente.
Por ejemplo, ante la simple pregunta ‘¿por qué la Tierra orbita alrededor del Sol?’ podemos profundizar en una escalada de preguntas como la que plantea el filósofo de la ciencia Martin Gardner en su libro ¿Tenían ombligo Adán y Eva?:
Porque obedece las leyes de gravitación. ¿Por qué hay leyes de gravitación? Porque, según reveló Einstein, las grandes masas distorsionan el espacio-tiempo, haciendo que los objetos se muevan siguiendo trayectorias geodésicas. ¿Por qué los objetos siguen trayectorias geodésicas? Porque son las rutas más cortas a través del espacio-tiempo. ¿Por qué los objetos toman las rutas más cortas? Aquí nos tropezamos con un muro de piedra.
A medida que hacemos preguntas, finalmente abandonamos el propio sistema que tratamos de descifrar, el universo, pero ¿qué hay fuera del universo? ¿Tiene sentido ese interrogante? Tal y como decía Stephen Hawking: “¿Qué es lo que alimenta el fuego de las ecuaciones y crea un Universo que puede ser descrito por ellas?” Es una cuestión sin respuesta. Ni siquiera sabemos si es una pregunta correctamente formulada. (Por eso, quizá, irónicamente la respuesta sea "42").
Quizás el diseño de nuestro cerebro le incapacite para entender la estructura más profunda de la realidad. O tal vez, sea cual sea el diseño de un cerebro, siempre se alcanzará un muro insalvable, un punto en el que se ignorará la explicación de una explicación. La cuestión es que puede haber barreras inherentes a la propia naturaleza del conocimiento, más allá de las limitaciones técnicas de la ciencia o de la fiabilidad en la percepción humana.
Con todo, los modelos nos permiten orientarnos, elaborar predicciones, saber cómo funciona una cosa a determinado nivel. Los modelos, a fin de cuentas, es lo que nos sacó de una era de tinieblas. Es lo único que tenemos para no andar totalmente ciegos, como explico en el siguiente vídeo: