El principio de la deontología establece que la moralidad de una acción depende de su coherencia con las normas morales; el principio del utilitarismo implica que la moralidad de una acción depende de sus consecuencias.
Según un metanálisis de 40 estudios con 6.100 participantes, las mujeres optan mayoritariamente por uno de los principios, y los hombres, por el otro. Aunque solo si existe un factor concreto, en caso contrario, la forma de razonar moralmente no parece muy distinta.
Moral por sexo
En el ámbito de la psicología, las diferencias de género han sido investigadas en muchos campos, incluido el de la moralidad. En ese sentido, tradicionalmente se ha establecido que la moralidad masculina es relativamente más cognitiva y despersonalizada que la moralidad femenina, que está relativamente más cargada de afectos y es más personalizada.
En el estudio citado, de hecho, las mujeres exhibían inclinaciones deontológicas más fuertes que los hombres, mientras que los hombres exhibían solo inclinaciones utilitarias ligeramente más fuertes que las mujeres.
Sin embargo, las cosas no son tan sencillas.
Matices
Consideremos el siguiente dilema moral. Te estás escondiendo con otros ciudadanos de un grupo soldados enemigos. De repente, un bebé comienza a llorar. A menos que le hagas callar, los soldados os encontrarán y os matarán a todos. ¿Ahogarías al bebé para evitar que los soldados maten a la gente del pueblo?
Según la deontología, matar al bebé sería incorrecto porque el asesinato es incorrecto, a pesar de las posibles consecuencias. Según el utilitarismo, matar al bebé es aceptable porque al final salvará muchas vidas.
Investigaciones anteriores han sugerido que los dos son opuestos, y que las mujeres toman más decisiones deontológicas mientras que los hombres toman decisiones más utilitarias. Sin embargo, el estudio actual sugiere que no es tan simple.
El equipo de investigación, formado por científicos de tres universidades en tres países diferentes, cree que la deontología y el utilitarismo no son necesariamente opuestos, ya que el proceso de pensamiento podría verse afectado por una serie de factores.
Después de separar las variables, los investigadores descubrieron que los hombres y las mujeres usan el razonamiento cognitivo aproximadamente de la misma manera. Sin embargo, las mujeres eran mucho más propensas a usar el razonamiento emocional que los hombres cuando se incluía un factor muy concreto: el daño.
Cuando se les preguntó sobre un dilema moral que no implicaba daño, las mujeres y los hombres tendían a utilizar el pensamiento utilitario (o cognitivo). Sin embargo, cuando se les formuló una pregunta sobre el dilema moral que implicaba daño, las mujeres tenían una probabilidad significativamente mayor de utilizar el pensamiento deontológico (emocional) que los hombres.
En conclusión, usando un procedimiento estadístico avanzado para cuantificar la fuerza de las inclinaciones deontológicas y utilitarias, podemos sugerir que las mujeres tienen una mayor probabilidad que los hombres a adherirse a los principios deontológicos. Sin embargo, no hay evidencia de diferencias de género en el razonamiento utilitario. Los hallazgos también sugieren que las mujeres tienen una aversión emocional más fuerte a causar daño que los hombres. Con todo, los hombres y las mujeres participan con niveles similares de pensamiento racional en los resultados de la acción dañina.
Así los hallazgos están en línea con investigaciones previas que muestran que las mujeres son más empáticas con los sentimientos de otras personas que los hombres, mientras que las diferencias de género en las habilidades cognitivas tienden a ser pequeñas o inexistentes.
Por completar más la imagen general de la moral según el sexo, otro estudio señalaba que los hombres solo mostraba actividad cerebral asociada con la empatía respecto al dolor ajeno si pensaban en que esta persona había jugado limpio. Las mujeres, sin embargo, no discriminaban tanto en su empatía, y la mostraban por personas tanto si habían jugado limpio como si no.
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