La vulcanización del cerebro humano

La vulcanización del cerebro humano
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¿Qué hacer? ¿Comer ese pedazo de tarta de chocolate o no hacerlo? ¿Dar rienda suelta a nuestro impulso de procesar azúcar para sentir bienestar inmediato o mantener la dieta para evitar futuros problemas coronarios?

Este equilibro de fuerzas depende de la capacidad de nuestra corteza prefontral de decir no a los impulsos. De algún modo, es la mediadora de la racionalidad. Es esa parte de nuestro cerebro que se asemeja a la mente fría y ponderada de Mr. Spock, el personaje hiperracional de Star Trek originario del planeta Vulcano.

De ahí precisamente procede el título de un ensayo titulado The vulcanization of the brain, de Cohen.

Es cierto que ahora podemos acceder fácilmente a lo que queremos, como azúcar y grasas, pero todavía debemos aprender a equilibrar mejor nuestros intereses a corto y a largo plazo.

Así pues, también el tamaño de la corteza prefrontal es un elemento que nos distingue de los demás primates, que poseen regiones prefrontales mucho más pequeñas. Como el propio Cohen explica en su libro, esta región del cerebro ha acabado transformando el mundo humano hasta un punto en el que ya nada es física, económica ni socialmente igual.

Los deseos más primordiales del deseo humano se fundan en la explotación de oportunidades de autocomplacencia y abuso. Comer sólo lo que nos apetece, por ejemplo. En gran parte, nuestra supervivencia depende ahora de la corteza prefrontal, del pepito Grillo de las tentaciones. Son escollos que surgen del genio humano (más comida, más armas, más capacidad de destrucción, etc.); escollos que son contrarestados precisamente por el genio humano.

Daniel Goleman lo explica así en su libro Inteligencia social:

A diferencia de lo que sucede con otras regiones cerebrales especializadas en una determinada tarea, estos centros ejecutivos requieren más tiempo para realizar su trabajo. Pero, como ocurre con el resto de los repetidores cerebrales multiuso, la región prefrontal es mucho más flexible y capaz de enfrentarse a un rango mucho más amplio de tareas que cualquier otra estructura neuronal.

Vía | Inteligencia social de Daniel Goleman

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