Todos los que ya tenemos una edad nos acordamos de la muerte de la madre de Bambi. Y no es la única película de dibujos animados que nos hizo comprender, de forma brutal y emocionalmente profunda, que todos morimos, que nuestros seres queridos se irán, que nosotros criaremos malvas más tarde o más temprano.
Esto viene a cuento porque los adultos, en aras de preservar la inocencia de la infancia, se preocupan sobremanera de evitar que los niños vean películas para adultos, generando complejos códigos de censura por edades, pero olvidan que los dibujos animados pueden ser igualmente traumáticos. Y no hay que referirse solo que en la tele, a todas horas, emiten cosas como Padre de familia, donde se habla de la pederastia con humor. En toda clase de dibujos animados hay, de hecho, mayor cantidad de muertes que en las películas de imagen real para adultos. Es lo que sugiere, al menos, un curioso estudio británico al respecto publicado en British Medical Journal.
Asunción de la muerte vía cartoon
A la edad de 10, la mayoría de los niños han desarrollado una comprensión completa de muerte como irreversible, permanente e inevitable. Antes de esta edad, sin embargo, muchos niños pueden tener sólo un conocimiento parcial de la muerte, ya que carecen de la madurez cognitiva para comprender este concepto. Frente a esa situación parece comprensible que muchos padres traten de evitar a sus hijos el visionado de películas en las que haya una exposición a la muerte.
La exposición a la muerte y la violencia en la pantalla puede ser aterrador para los niños pequeños y puede tener efectos intensos y duraderos. Esto puede ser especialmente problemático cuando los niños no se han preparado, a través de una discusión franca con los padres o adultos de confianza, para hacer frente a estos temas. Sin embargo, como las tasas de mortalidad infantil han disminuido durante los últimos siglos, la muerte se ha convertido en un tema casi tabú.
No obstante, los niños parecen estar expuestos a la muerte de sus personajes de una forma más continuada que los adultos. Para probarlo, en el experimento de marras se visualizaron 45 películas de dibujos animados con los mayores ingresos brutos de taquilla de todos los tiempos. Las fechas de estreno oscilaron entre 1937 (Blancanieves) y 2013 (Frozen). Se excluyeron películas en las que los personajes principales no eran ni humanos ni animales (por ejemplo, coches, robots, juguetes).
Tales películas de animación se compararon con otras películas para estrenadas en fechas similares, entre las que se incluían: El exorcismo de Emily Rose, Lo que la verdad esconde, Pulp Fiction, Infiltrados o El Cisne Negro. Todas películas bastante duras y no recomendadas para menores de edad. Todas películas donde, a ojo cubero, somos capaces de contabilizar decenas de muertes.
Animación macabra
Tras comparar las muertes de personajes principales, las conclusiones fueron las siguientes: dos terceras partes de las películas de animación de los niños contenían una muerte en la pantalla de un personaje importante frente a la mitad de las películas de comparación. Es decir, que el riesgo de muerte en pantalla de los personajes importantes fue mayor en las películas de animación para niños que en las películas de comparación para adultos.
Las causas más comunes de muerte en las películas de animación para niños incluyen ataques de animales y caídas (intencionales o no), mientras que en las películas de comparación las causas más comunes de muerte fueron disparos, choques de vehículos de motor y enfermedades. Enter las notables muertes tempranas en pantalla se incluyen la madre de Nemo a los 4 minutos y 3 segundos de Buscando a Nemo o los padres de Tarzán siendo asesinados por un leopardo a los 4 minutos y 8 segundos de Tarzán.
También el riesgo de asesinato en pantalla de personajes importantes fue mayor en las películas de animación para niños que en las películas de comparación para adultos.
Todo ello podría ser un foco de inquietud para muchos niños, que no solo consumen muchas horas de dibujos animados, sino que visualizan una y otra vez la misma película. Algunos niños podrían desarrollar miedos hacia determinadas circunstancias que generan muerte (como determinados animales) o incluso propiciar la idea moral de que "los malos merecen morir". Con todo, también es posible que dicha exposición continua a muertes pudiera tener un impacto positivo en el ajuste y la comprensión de la muerte de los niños, si se trata adecuadamente.
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