La cultura popular dice aquello de que los ojos son el espejo del alma. Nos gusta mirar a nuestro interlocutor a sus ojos acaso para descubrir sus intenciones ocultas. También hemos descubierto que los ojos se dilatan cuando estamos ejecutando operaciones cognitivas.
También sabemos que, inconscientemente, parece que a los hombres les atraen más las mujeres con las pupilas dilatadas. Es algo que se dedujo de un reciente experimento en el que se solicitó a un grupo de hombres que clasificaran las fotos de distintas caras de mujer en función de su atractivo físico.
Las fotos mostraban caras de mujer mirando fijamente a la cámara o en un perfil de tres cuartos. La mitad de las mujeres tenían los ojos dilatados, y la otra mitad, no. Aunque de ello no fueron informados los participantes. De forma sistemática, la mayoría de los hombres se sintieron más atraídos por las mujeres de ojos dilatados.
Tal y como lo explica el neurocientífico David Eagleman en su libro Incógnito, las vidas secretas del cerebro:
Lo más extraordinario es que ninguno de ellos se dio cuenta de que eso había influido en su decisión. Ninguno de ellos dijo: “He observado que sus pupilas eran dos milímetros más grandes en esa foto que en esta otra.” Simplemente se sintieron más atraídos por unas mujeres que por otras por razones que fueron incapaces de identificar. (…) Es posible que los hombres no supieran que su idea de la belleza y de la atracción es algo profundamente arraigado, guiado en la dirección correcta por programas forjados por millones de años de selección natural.
Imagen | helgabj
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