Como adelantábamos en la anterior entrega de este monográfico, los paralelismos entre genes y memes son enormes. Sin embargo, una de las diferencias sustanciales de los genes es que los memes (al menos los buenos memes, con determinado grado de fecundidad, longevidad y fidelidad: por ejemplo, una buena idea, un buen invento, una buena receta de cocina) son capaces de perdurar durante siglos o milenios, como una herencia arqueológica cultural.
Porque, si bien el medio de transmisión de los memes puede ser la palabra escrita, la palabra hablada, un gesto, etc., el lugar donde residen los memes es sin duda el paradigma de la seguridad: miles de cerebros diseminados por todo el planeta. Como si realizáramos una copia de seguridad de los archivos más importantes de nuestro disco duro del ordenador en millones de discos duros de los ordenadores de otras personas.
A menudo los genes y los memes se ayudan y se refuerzan entre sí: la cultura no deja de ser, en parte, un reflejo de nuestro ADN (por ejemplo, nos gusta el acto social de comer porque en nuestro genoma está codificada la necesidad de comer y el placer que la comida nos proporcionará, mayormente si contiene cantidades considerables de grasas y azúcares).
Pero esta relación no siempre es tan estrecha. Hay memes que se replican y sobreviven al margen de los genes. Un buen exponente de ello es el meme de la castidad. La castidad, como manifestación genética, no tardaría en desaparecer, porque sencillamente las personas que nacen predispuestas genéticamente a la castidad tendrían menos posibilidades de reproducirse y, por tanto, de transmitir su predisposición a no practicar sexo. No obstante, el meme de la castidad puede tener mucho más éxito, porque una persona casta puede igualmente enseñar a los demás las ventajas morales, sociales o sicológicas de su decisión y, por tanto, contagiarles con el meme de la castidad.
Con todo, una de las propiedades más difíciles de asumir cuando empiezas a entender lo que es un meme es que los memes no tienen entidad física. Un meme no tiene tamaño, ni peso. Tampoco se puede medir, ni observar, ni tampoco catalogar. En ese sentido, un meme es una especie de experimento mental o de metáfora, como la cueva de Platón, el demonio de Descartes, la visión de Hobbes del estado de la naturaleza y el contrato social o la idea de Kant del imperativo categórico. Los memes, pues, están hechos del mismo material del que están hechos los sueños.
Los científicos ni siquiera se ponen de acuerdo sobre lo que es necesario para considerar que algo es un meme y cuándo, en vez de un meme, se trata de un conjunto de memes o de un memeplejo (conjunto de memes que se refuerzan entre sí para crear un meme mayor; por ejemplo, una religión organizada). El filósofo Daniel C. Dennett es probablemente uno de los mayores impulsores de la teoría de la memética, de modo que si queréis profundizar sobre el asunto de los memes, os recomiendo encarecidamente su obra, sobre todo La peligrosa idea de Darwin.
En su obra La peligrosa idea de Darwin, Dennett trata de definir la unidad memética de alguna manera más clara, a fin de que no nos quedemos con la impresión de que los memes son sólo vagos elementos ilusorios. Según Dennet, la unidad memética estaría constituida por el elemento más pequeño que se autorreplica con fecundidad y fiabilidad. Atendiendo a esta definición, Susan Blackmore pone como ejemplo una gota de pintura de un determinado color. Una simple gota de pintura es un meme demasiado pequeño, tan pequeño que no gustará a suficiente número de personas, ni tampoco será objeto de los flashes de las cámaras fotográficas de turistas. Sencillamente, una gota de pintura es algo demasiado común, incluso para Pollock .
Por el contrario, el museo del Louvre o una galería de arte cualquiera constituye un meme demasiado grande. La unidad natural más apropiada sería un cuadro, como por ejemplo El grito de Edgard Munch (sin duda una de las imágenes más empleadas en la cultura popular). Así pues, un meme debe ser lo suficientemente grande como para llevar consigo información que valga la pena copiar; no existe una medida fija para ello:
Los estilos pictóricos, como son el cubismo o el impresionismo, también pueden ser copiados y, por lo tanto, cuentan como memes pero no pueden ser divididos en unidades. Una sola palabra es demasiado corta para otorgarle derechos de autor, pero una biblioteca entera es excesiva para este fin. No obstante, registramos como propiedad intelectual muchas cosas como la apostilla de un anuncio con garra o un libro de cien mil palabras.
Dennett resuelve el problema de que los memes sean entidades de poca precisión comparándolas con las palabras. Para Dennett los memes existen en tanto en cuanto existen las palabras. Por ejemplo, cuando un chico lleva una gorra de béisbol hacia atrás, ¿estamos frente a un meme o frente a dos memes (el de llevar la gorra y el de ponérsela hacia atrás)?. La verdad es que el matiz no es tan problemático como parece, porque este equívoco también se produce en el ámbito del lenguaje y no por ello dudamos de que el lenguaje exista: por ejemplo, ¿la palabra «rompecorazones» es una palabra o son dos?
Tened todo esto en cuenta la próxima vez que una idea se alumbre en el ámbito de vuestro craneo. Probablemente, haya sido alumbrado en otros cráneos, y en el vuestro sencillamente ha germinado.
Como un virus. El virus de la mente.
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